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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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LA CÁRCEL no está hecha para las buenas familias. Por un previsor designio del destino, las buenas familias se libran de los barrotes. Tengo un amigo que, al entrar en un buen restaurante, echa un vistazo a las mesas y dice: «Aquí hay cinco mil años de cárcel». Tú repasas los comensales y tienes que certificar: «Por lo menos». Pero vuelves al mes siguiente, sigue habiendo a ojo cinco mil años de cárcel, pero ninguno de los presentes ha ingresado en prisión. Una especie de ángel de la guarda los preserva de tan cruel destino, por muchas que sean las sospechas de delito. De cuello y mantel blanco, por supuesto. A don Alberto Alcocer y don Alberto Cortina les ha «caído» mucho menos: tres años y cuatro meses, una sentencia casi diríamos vulgar, propia de un chorizo de medio pelo, y no de quien ha tenido que pagar o avalar una indemnización de tantos millones de euros. Pero se cumple la norma de la exquisitez de la Justicia, y los Albertos pueden abrir una botella de champán: definitivamente, no dormirán en el hotel de las rejas. La Justicia tiene vendados los ojos, pero con una rendija para ver a quien le dice: «Usted no sabe con quién está hablando». En primera instancia no cumplieron la pena de privación de libertad, porque su abogado fue ágil: solicitó el indulto. Como las cosas deben estar atadas y bien atadas, han decidido conjurar todos los riesgos, y acudieron al Tribunal Constitucional en recurso de amparo. Y este alto organismo lo aceptó. En el mejor de los casos, puede anular la sentencia anterior. En el peor, les libra del engorroso procedimiento de vestirse con el traje a rayas, algo que resulta tan indecoroso en la alta sociedad. Y, si el indulto del Gobierno tarda un año en llegar, tal y como dicen las noticias, miel sobre hojuelas: ya no tendrá que ser el amigo Aznar quien firme la medida de gracia. No está bien, ni es legal, que un amigo (Cortina estuvo en la boda de El Escorial) te conceda la libertad. ¿Cómo no van a creer estos dos señores en el actual estado de derecho? Tienen que creer. a la fuerza. Tienen que ser ellos sus principales propagandistas. A ellos no les ha defraudado en nada. No tienen ninguna razón para calificar de «mafia» a algún estamento judicial. La Justicia y los poderes públicos acudieron en su auxilio cuando lo han necesitado. En este sentido, son más respetables que, por ejemplo, Mario Conde, que es un desclasado y ha entrado en la «beautifull» a base de osadía. Sólo me queda hacerle un ruego al lector: no tome estas líneas como una crítica. Son un testimonio de alegría: no quiero ver a nadie en la cárcel, aunque haya engañado y estafado. Y contienen una profunda admiración: la que merece quien tiene recursos, astucia y abogados para librarse de la prisión. En eso sí que sigue habiendo clases.