PANORAMA
Internet, príncipe de las tinieblas
LEONOR RUIZ tiene quince años cuando se casa con un Antonio Machado de treinta y cuatro. El poeta se enamora en Soria cuando su futura y desgraciada musa sólo contaba con doce. Mucho han cambiado las cosas. Hoy, Antonio Machado habría sido procesado por pedófilo y su figura sometida a un linchamiento público. Y eso que entonces no existía Internet. Porque Internet es 'yu-yu', como decían los negros en las películas de Tarzán. En efecto, Internet es «yu-yu» algo inexplicable, maléfico, peligroso, siempre sospechoso. ¿Qué hace su hija encerrada durante horas frente a un ordenador conectado a Internet? Nos recorre un escalofrío de pavor. Un cerdo en la calle es un cerdo, pero en Internet es un espíritu que se colará sigiloso por las aberturas naturales de nuestras hijas, tan inocentes para nosotros que no sospechamos un torbellino de adultez bullendo en sus cabezas. Porque ya se sabe que ahora cada vez abandonamos la infantilidad más tarde. Muchos, a los treinta y tantos siguen en casa con mamá y papá en un desbocado abismo de nuestra cultura hacia la puerilidad. En alguna parte leí que, hasta no hace demasiado, en muchos pueblos del oriente europeo las doncellas dormían con ajos entre las piernas para evitar que el demonio las poseyera por la noche. Lo raro es que los aterrorizados padres de ahora no pongan ajos encima del ordenador como antes se ponía el torete encima de la tele. A alguien se le ocurrirá rociar a los pobres ordenadores con un hisopo para conjugar el mal que sale de la pantalla. Deberían tener cuidado. Hay riesgo cierto de cortocircuito. Y el demonio seguirá triunfando. Por el momento ignoro cuáles eran o han sido las intenciones del famoso marine americano y de su novia inglesa de doce años. Si sabía la edad que tenía, si la tocó o no la tocó... pero probablemente el tema no se habría convertido en una noticia mundial de este calibre si ambos no se hubieran conocido por Internet.