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Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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LA DIPUTACIÓN Provincial retoma la senda de la cordura después de años de despropósitos. Javier García Prieto es el hombre llamado a devolver al palacio de los Guzmanes el prestigio perdido. Aporta conocimiento profesional: durante muchos años ha sido el autor de los estudios elaborados por la Cámara de Comercio sobre la situación económica de la provincia. Aporta conocimiento político: los cargos de concejal de León y de director general en la Junta son bagaje no desdeñable para afrontar los objetivos anunciados. Y aporta espíritu de tolerancia y capacidad de diálogo, dos virtudes, frente a la soberbia y la contumacia, que le fueron negadas por la naturaleza a su antecesor en el cargo. Posiblemente esa era la razón por la cual el jueves la toma de posesión de los nuevos diputados provinciales se convirtió en un acto festivo, en el que las caras sonrientes hicieron olvidar los últimos meses de tensión, con un equipo de gobierno que había logrado dividir José Antonio Díez y entre cuyos miembros se cruzaban más insultos y desplantes que saludos. Maraña El PP se dispone a gobernar con mayoría absoluta (13 de 25 diputados) una institución que en los últimos años ha perdido peso específico en la provincia y que debe de recuperar también el pulso de épocas anteriores. Posiblemente en esta pérdida de empuje ha influido de forma decisiva el creciente protagonismo que ha adquirido la Administración autonómica, un escalón entre el Estado y la provincia que ha acaparado competencias desde arriba y ha debilitado al mismo tiempo los recursos económicos de abajo, sin que por ello las instituciones locales se hayan visto liberadas de muchos de sus compromisos. La Diputación leonesa, por ejemplo, perdió el canon energético, una compensación recibida por ser León una provincia netamente exportadora de energía. Este recorte en los ingresos se llevó a cabo sin que al mismo tiempo se produjera una disminución de las cargas. La Diputación ha seguido pagando servicios sanitarios y asistenciales (como la atención psiquiátrica) que en buena lógica no le corresponden. Precisamente uno de los objetivos del nuevo presidente de la Diputación es traspasar esas competencias «impropias» a la Junta. El consejero de la Presidencia, Alfonso Fernández Mañueco, presente en el acto de toma de posesión de los nuevos diputados, se comprometió a abordar este asunto en el marco del Pacto Local, la norma que deberá articular la financiación y el reparto de competencias entre los diversos peldaños de la administración más cercana al ciudadano. Superada la fase electoral, en la que este tipo de debates resultan imposibles por la demagogia que todas las partes implicadas suelen emplear, es el momento de abordar seriamente las competencias de cada Administración. Es importante definir claramente qué asuntos corresponden a la Junta y a sus delegaciones territoriales y jefaturas provinciales, a la Diputación, al Consejo Comarcal del Bierzo, a los ayuntamientos y a la juntas vecinales y con qué recursos económicos cuentan en cada caso. Ha llegado el momento de demostrar a los ciudadanos que todos estos eslabones de la gestión pública son necesarios y beneficiosos, porque de lo contrario se extenderá la percepción de que hay demasiados jefes para muy pocos indios. No es bueno que los ciudadanos puedan pensar que la gestión política es una maraña que únicamente se justifica en sí misma. El aeropuerto imposible En política a veces la buena intención no es suficiente. El alcalde de León, Francisco Fernández, sorprendió a todos esta semana al reclamar un nuevo aeropuerto para León, por entender que las instalaciones actuales y las ya proyectadas resultan insuficientes y porque, además, la zona que ocupan tampoco ofrece posibilidades de crecimiento. Fernández cree que la autopista de Asturias y otras vías de circunvalación previstas, estrangulan el desarrollo necesario para que puedan aterrizar naves de gran capacidad. La reflexión pública fue realizada por el alcalde después de haber mantenido una reunión con un grupo de empresarios, quienes le transmitieron su convencimiento de que el futuro de la provincia de León pasa por el desarrollo turístico y, consecuentemente, por la creación de un aeropuerto de mayores dimensiones que el actual. A Fernández le gustó que los empresarios hablaran del futuro y no de recriminaciones del pasado, posición victimista a la que los leoneses recurrimos con frecuencia. Así que en la primera ocasión que tuvo soltó el reto, dejó a propios y extraños pasmados y tal vez con cierta angustia a la empresa aeronáutica que casi al mismo tiempo daba a conocer las condiciones de los nuevos vuelos que a partir del mes que viene permitirán unir por el aire a León con varios puntos de España, además de Madrid y Barcelona. La Junta de Castilla y León ya ha respondido que existen otras prioridades para León y Agustín Turiel, expresidente de la Diputación, impulsor principal del actual aeropuerto y compañero de partido del alcalde, vino a calificar la idea de locura. El desarrollo del proyecto requiere al menos un plazo de 20 años y supone una temeridad paralizar las inversiones que se están realizando actualmente para que los aviones que aterrizan ahora (más pequeños, pero aviones al fin y al cabo) lo puedan hacer durante la noche y puedan también repostar para ampliar itinerarios. Le faltó a Agustín Turiel recurrir al lenguaje coloquial para adoctrinar al alcalde: más vale aeropuerto pequeño terminado, aún falta mucho, que grandes pistas volando en la imaginación. Casi seguro que, con tamaña contundencia, el debate no vaya a más. Y es que la escasa originalidad de unos empresarios reunidos en torno a una mesa y la entusiasta receptividad demostrada por el alcalde, no son bagaje suficiente para sostener una buena intención escasa de pragmatismo. Pero tampoco es conveniente que lo anecdótico nos desvíe de lo importante. Hay que reconocer como algo positivo la mayor coincidencia a la hora de abordar planes para el desarrollo del turismo como fuente de generación de recursos. En esa línea va la propuesta realizada por Francisco Fernández a los alcaldes de Astorga y Ponferrada, con los que prevé reunirse en el mes de septiembre, y ese mismo desarrollo provincial es el que busca también Javier García Prieto al anunciar la creación de una Escuela de Hostelería dependiente de la Diputación. Al director provincial de Trabajo, Francisco Javier Otazu, piedra angular en la superación de la huelga del sector del metal, posiblemente le hayan quedado unas ganas tremendas de contar públicamente hasta dónde puede llegar la obcecación humana tras la firma del convenio colectivo. La prudencia que le caracteriza le impedirá desvelar debilidades humanas ajenas. El acuerdo se ha firmado después de catorce días de huelga. Los empresarios contabilizan unas pérdidas de 12 millones de euros, lo que supone una media de 2.000 euros por cada uno de los 6.0000 metalúrgicos de la provincia. ¿Les ha merecido la pena a los empresarios el desgaste y la pérdida? A media voz, algunos confiesan que no. El conflicto ha puesto en evidencia, también, que el colectivo englobado dentro del sector es tan heterogéneo que resulta inviable satisfacer a todas las partes. Nada tiene que ver un taller de cinco o veinte empleados con una factoría de acero de 500 trabajadores. Ni la producción es la misma ni la repercusión social por la actividad que desempeñan puede equipararse. La amenaza de ruptura en la negociación por parte de los talleres de automóviles, que se hizo pública 24 horas antes de la firma, se interpreta como el preludio del cambio.

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