LA LEY DE WITIZA
La herida del PP sigue sangrando
EL PRESIDENTE del PP leonés, José María López Benito, sigue empeñado en convocar el comité ejecutivo provincial y asegura que lo hará en los próximos días, siempre antes de que termine el mes de julio. Los problemas con Armi parecen haber agudizado la crisis del PP. El líder provincial de los populares no quiere irse de vacaciones, además con lo que tiene que celebrar, sin dejar zanjado el problema surgido tras la elección de los diputados del Bierzo. López Benito quiere dejar claro que cuenta con el apoyo de la mayoría del partido y asegura que el citado comité es el organismo en el que deben medirse las fuerzas. Quiere plantear la batalla como un «o tú, o yo», después de las duras acusaciones que el secretario provincial le dirigiera, asegurando que el partido va a la deriva y que su máximo responsable únicamente beneficia a sus amigos. Pero Ángel Escuredo, curtido en unas mil batallas a las que habitualmente no acude si las va a perder, no quiere fajarse en un comité ejecutivo en el que, según él al menos, la mayor parte de los puestos los ha repartido López Benito y, por lo tanto, cuenta con la mayoría de los apoyos. Escuredo prefiere acudir a un congreso provincial, porque sabe que allí podrá maniobrar con mayor libertad a la hora de buscar una alternativa de poder a su partido. Hasta aquí, todo lícito, al menos en política. Dos posturas, enfrentamiento interno (quizás excesivamente público para lo que se estila en los partidos) y medición de fuerzas. Sin embargo, hay que apuntarle dos errores a la facción berciana. En primer lugar, las formas. Tanto Escuredo como López Placer han sido excesivamente agresivos y casi han entrado en el terreno personal a la hora de atacar al que, pese a todo, aún es su presidente. En este aspecto, la respuesta de López Benito ha sido comedida y respetuosa, sin entrar en descalificaciones. En segundo lugar, la petición de dimisión de Escuredo. Éste dijo que ambos (él y su presidente) debían dimitir porque el partido no marcha bien. Escuredo habría tenido mucha más fuerza moral si hubiera dimitido él y posteriormente, hubiera pedido la marcha del presidente leonés. Así, parece más una rabieta.