ETA, turismo, televisión

ESTE AÑO han tardado un poco más. Solían comenzar su «campaña de verano» en el mes de junio, cuando los turistas todavía pueden anular sus reservas. En esta ocasión quizá estuvieron entretenidos en los Sanfermines, que quisieron «celebrar» con una bomba en un hotel de Pamplona, y no llegaron a las zonas de playa hasta el 22 de Julio. Pero en esa fecha, ayer, se hicieron notar con dos bombas en Alicante y Benidorm. Ha vuelto una de las escenas desgraciadamente clásicas del verano. Es ETA, siempre dispuesta a golpear donde más daño puede hacer. Saben que la industria turística es el sector más sensible, con repercusión mediática garantizada dentro y fuera de nuestro país. Es una tentación demasiado fácil para quien busca demostrar que tiene capacidad de agresión, sembrar el terror y hacerse propaganda, sin importante un precio que siempre pagamos los demás. ¿He escrito «fácil»? El atentado turístico es el que menos dificultades presenta. Consiste sencillamente en dejar un paquete en los baños de un hotel o de un bar y marcharse con cara de inocente despistado. Estamos es una época del año en la que nadie resulta sospechoso ni por su atuendo, ni por su acento, ni desde luego por su aspecto físico. Hay un enjambre de gentes del más variado pelaje en todos los rincones del país. Cientos de miles de ciudadanos pasan por las ciudades y las playas, entran en los establecimientos públicos, cargados con sus bolsas de viaje y sus mochilas. ¿Quién puede pensar que uno de ellos es un criminal? De esa impunidad se aprovechan los terroristas. Da igual que las autoridades destinen a las zonas de peligro miles de agentes de policía, como se ha hecho en esta ocasión. Podrían ser muchos más, y sólo la casualidad podría detectar un terrorista en la superpoblada playa de Benidorm o en el centro de Alicante. La densidad humana se convierte en la principal aliada de sus actos criminales. Los atentados de ayer hacen los números 146 y 147 de los efectuados por ETA en zonas turísticas desde 1.979. Galicia sufrió también sus efectos en 1.996. Esta es su «operación udara» número 12. Según cálculos de «Vasco Press», han matado a una persona y herido a ochenta en estos 24 años. La mayoría de estas agresiones han quedado impunes. Ayer, viendo los esfuerzos de algunas televisiones por contar con urgencia lo ocurrido, con retransmisiones casi en directo, no pude evitar una reflexión: ¡cuánto ayudamos a ETA desde los medios informativos! El efecto de la conexión en directo, la competencia de las cadenas por dar más imágenes y durante más tiempo, ampliaban los efectos de los atentados de la organización terrorista. La televisión se había convertido en aliada del terrorismo. Los autores de los atentados habían conseguido el objetivo de la propaganda.