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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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TENEMOS GUERRA a la vista. Guerra política, se entiende. El borrador del «Plan Ibarretxe» que ayer se difundió es, en términos de unidad nacional, mucho peor de lo esperado. Bieito Rubido hablaba el sábado en la radio de «golpe de estado». Lo es. Creo que es la mejor definición del proyecto. Contiene todos los ingredientes para ser aceptado sólo por los nacionalistas. Y no por todos, puesto que Joseba Azkárraga dijo que su partido (Eusko Alkartasuna) tenía su propio proyecto, y Madrazo acaba de anunciar que Izquierda Unida saldrá a la subasta con la aportación del modelo federal. Es decir, que ni dentro del Gobierno vasco hay unanimidad. Es una buena noticia para el «bloque constitucional». Personalmente, no quiero hacer sangre sobre el papel publicado. Es una antigualla vestida con trajes de modernidad. Ibarretxe aprendió en algún lugar que allá en la Edad Media los señoríos vascos se asociaban o se aliaban entre sí y con terceros según su propia voluntad. Y quiere traspasar al siglo XXI aquella experiencia. De ahí que busque el horizonte de una «comunidad libre asociada», que decidirá periódicamente, en consulta popular tipo Québec, si desea estar «arrimada» al Estado español o proclama su independencia. Esa es la raíz ideológica del engendro. Después, tenemos el capítulo de las ambiciones. El papel que se ha filtrado -uno de los ocho en que se trabaja- es el fruto de la ilusión, del sueño de un visionario. El señor Ibarretxe tiene, probablemente, la ambición de pasar a la historia como el creador de la nación vasca. Por lo menos, como el hombre que construyó sus cimientos. Y así, cita como territorios de la Comunidad Libre Asociada las actuales tres provincias vascas; pero también Navarra y los territorios del estado francés, aunque se conforme con Alava, Guipúzcoa y Vizcaya para empezar a andar. De hecho, lo único que le unirá a España será el título de su Estatuto -más bien una Constitución-, porque el resto es rupturista. Entre los símbolos, no figura la bandera española. Los ciudadanos tendrán doble nacionalidad. La Justicia será vasca. Habrá selecciones nacionales deportivas. Las leyes autonómicas tendrán prioridad sobre las españolas. Euskadi tendrá embajadas y representación propia ante Europa¿ Estamos ante un ejercicio de colegiales que juegan a estadistas. E importa, sobre todo, la intención. Así como en todos los ámbitos se contempla un horizonte de pactos, con el Estado español sólo se marcan distancias. No es un estatuto de libre asociación, como se dice, sino un estatuto de libre retirada. O, utilizando un concepto usado por Mayor Oreja, un estatuto de libre secesión. Que Dios nos coja confesados si están dispuestos a sacar eso adelante.