EL RINCÓN
Abierto durante las vacaciones
LA TESIS es que los miembros del Parlamento no deben estar en bermudas, en cualquier litoral español, mientras nuestros soldados están de uniforme, en Irak. El PSOE exige que el aguerrido ministro de Defensa, señor Trillo, informe cada semana al Congreso sobre el estado de las tropas expedicionarias. Tampoco quiere que la ministra de Exteriores, Ana Palacio, haga su agosto en la playa o en la montaña, sino que se quede para tenernos al corriente de lo que ocurre en la postguerra iraquí, que está produciendo más cadáveres que la celérica guerra de ocupación. La verdad es que no parece muy lógico que mientras los soldaditos españoles corren serios peligros, el único riesgo que acepten nuestros congresistas sea el de coger una insolación o el de que una medusa ociosa les provoque una urticaria. El PP asegura que la petición de los socialistas obedece a que quieren distraer la atención para tapar su crisis. No creo que sea así, entre otras cosas porque su crisis es intapable. Estamos hablando de otras cosas, entre ellas de solidaridad y de apoyo moral, o sea de vergüenza. Dijo Ortega que el mando, cualquier tipo de mando, debe ser «un anexo de la ejemplaridad» y no parece que sea un buen ejemplo estar chapoteando en la orilla mientras los que obedecen sus órdenes están en esa primera línea de fuego que es siempre la guerra de guerrillas, donde nunca se registran grandes batallas, sino un constante goteo de muertos. No pasaría nada si los miembros del Parlamento, en vista de las circunstancias, sacrificaran su bien o mal ganado descanso estival. Que aprendan del juez Garzón, al que su horóscopo le prohíbe estar más de dos horas sin hacer algo, o de aquel célebre cartero oriental que dedicaba los domingos a dar un largo paseo, o sea, a hacer lo mismo que todos los días, aunque sin la obligación de repartir correspondencia. Ya que los ministros no suelen estar al pie del cañón, como los soldados, no deben alejarse tanto como para no oír los estampidos.