TRIBUNA
León: ¿futuro o más de lo mismo?
EL EQUIPO de gobierno del Ayuntamiento tiene un reto: cambiar León. No nos hemos embarcado en un acuerdo coyuntural. Perseguimos objetivos a largo plazo. De futuro. Para eso son necesarios proyectos compartidos por la sociedad leonesa. Lo he dicho en muchas ocasiones, las propuestas cocinadas en un despacho e impuestas a la ciudadanía están condenadas al fracaso. Eso se acabó en León. Por eso tenemos que abrir un debate sobre la ciudad que queremos. León puede afrontar retos mayores a los actuales, para lo que debemos contar con nuestra área metropolitana y consolidar juntos un área de influencia que funcione de forma conjunta, lo que pasa por incorporar toda esta zona a la reflexión y a la planificación del futuro. Hay que tener en cuenta que contamos con muchas oportunidades que explotar, algunas ya las conocemos, como el turismo, pero todavía no las aprovechamos como podemos. Otras, como las nuevas tecnologías, se están dejando pasar, pese a algunas apuestas vacías. En ese debate de futuro hay que ser ambiciosos. León tiene que empezar a pensar sin complejos ni victimismo. Esa ambición se plasma en no hacer las cosas a medias sino con proyección. Hay bastantes ejemplos de operaciones puntuales en esta ciudad. El conformismo es responsable de que León tenga un parque industrial en Armunia -aún por desarrollar- y no un parque tecnológico capaz de aprovechar el potencial con el que contamos gracias a la Universidad y a la labor de investigación que se desarrolla en ella. Otro ejemplo: desde hace algunos años se ha realizado una apuesta por el turismo de congresos. León puede competir con éxito en este campo y sin duda es un área a potenciar. Siguiendo este razonamiento, es natural que aspiremos a contar con un palacio de congresos y un recinto ferial competitivos y eso quiere decir que estas instalaciones tienen que ser las mejores. Sin embargo, nos encontramos con el Auditorio y con un área dentro del nuevo estadio de fútbol como recinto ferial, que pueden servir para arrancar pero que, a largo plazo, se quedarán pequeñas y tienen carencias evidentes, como que el edificio de Eras, no cuente con traducción simultánea. Por eso planteamos que León necesita algo más y de ahí, la propuesta de construir un centro para congresos y ferias en la azucarera Santa Elvira, donde otros pensaban hacer discotecas. Plantear un modelo de ciudad para el futuro pasa también por anticiparse a necesidades que tal vez ahora parezcan remotas. En esta línea, el desarrollo turístico de León necesita para consolidarse mejorar dos aspectos: en primer lugar tenemos que optimizar nuestra oferta. Contamos con suficientes atractivos tanto en nuestra ciudad como en la provincia. El problema es que hasta ahora esa oferta está dispersa y en muchos casos poco aprovechada. Para solventar esta situación, las distintas instituciones de la provincia tenemos que sentarnos y colaborar. El escenario actual, en el que se encargan de la promoción turística dos patronatos en la provincia, el dependiente de la Diputación y el de El Bierzo, no ha conseguido aunar esfuerzos. Los distintos ayuntamientos y la Junta de Castilla y León tienen mucho que aportar. Pero en este esfuerzo, las instituciones no pueden trabajar en solitario. El apoyo y el compromiso de todos los implicados en el desarrollo de este sector son básicos. Como en cualquier otra área económica, la función de las administraciones es crear las condiciones óptimas para el desarrollo de las empresas ya instaladas y favorecer la entrada de nuevas inversiones. En ese empeño, los que serán los principales beneficiados -que no los únicos- tienen que colaborar y ser un acicate más a la labor institucional. La otra condición para consolidar la actividad turística es el transporte. Parece obvio que una zona bien comunicada es más atractiva al turismo y suele cumplirse también que una zona que recibe visitantes consigue unas mejores infraestructuras. Una buena prueba de ello es el Levante español. Un vistazo a nuestras comunicaciones muestra que en un horizonte de cinco años, previsiblemente, León estará bien comunicada por tierra, siempre que la autopista a Valladolid y la alta velocidad ferroviaria reciban un fuerte impulso por parte del Gobierno y podamos disponer de ellas en el 2007, no en el 2010 como está previsto ahora. El desarrollo de nuestras comunicaciones quedará limitado por la falta de comunicación aérea. El aeropuerto de León está constreñido por la A-66 y las futuras rondas de circunvalación de la ciudad. En el espacio en el que queda encajonado no es posible realizar una ampliación de la pista que permita el aterrizaje de aviones a reacción. Es decir, a no ser que se realice una infraestructura más completa, nunca podremos alojar vuelos exteriores por las limitaciones técnicas que nos impone que el aeropuerto de la Virgen del Camino sea el que se encuentra a mayor altitud de toda España. Los que han negado la posibilidad de un nuevo aeropuerto tienen que aclarar si quieren que un vuelo charter alemán o británico pueda aterrizar en nuestra ciudad o no. Quizá simplemente crean que León puede no ser atractivo para estos turistas o piensen que es imposible atraerlos. En todo caso cierran una puerta y demuestran falta de ambición o de visión. Me ha sorprendido que se ataque un proyecto que busca mejorar lo ya existente y que responde a demandas de emprendedores leoneses. Esas críticas las respetaré y comprenderé cuando lo que se haga desde este Ayuntamiento sea limitar una inversión ya proyectada. Además, me llama la atención que algunos de los más críticos con esta propuesta basen buena parte del futuro de León en que se aproveche nuestra posición geográfica como nudo de comunicaciones, aspecto que se vería tremendamente reforzado con un aeropuerto competitivo. En León hemos vivido episodios muy similares a éste. Hace unos años, cuando se planteó la reforma del complejo hospitalario, muchos defendimos que la mejor opción era la construcción de un nuevo centro. Los mismos que ahora claman contra un aeropuerto mejor se opusieron. En su opinión no tenía sentido. Cinco años después, la remodelación ya ha costado 114 millones de euros (cerca de 20.000 millones de pesetas). Con esa inversión, León podría contar con un hospital puntero. Por cierto, parece que han aprendido la lección a medias. En Burgos se construirá uno nuevo. La apuesta por un nuevo aeropuerto es un elemento de futuro más. Cerrar las puertas a esta posibilidad de una manera tan tajante como hemos visto estos días es caer de nuevo en el error de limitarnos nosotros mismos. El pragmatismo y el posibilismo llevados al extremo son un camino para quedarnos como estamos y quizá llevamos demasiado tiempo anclados en esta situación en la que encabezamos clasificaciones de pérdida de población y de falta de actividad económica. Como alcalde de León, tengo la obligación de no ceñirme a estos esquemas y trabajar con los vecinos y vecinas de León para lograr una ciudad de futuro, capaz de ejercer un liderazgo económico y social en nuestra área.