Váyanse de vacaciones

CADA VEZ dan más ganas de decirles: ¡Váyanse! Váyanse de vacaciones señores políticos. Déjennos vivir en paz. Los españoles queremos vivir en paz y lo hemos manifestado muchas veces, y lo seguiremos haciendo cada vez que toque o no toque. De las comparecencias en la Comunidad de Madrid no se desprende ni poco ni mucho amor por los ciudadanos. A nadie de los comparecientes o los interrogadores le importa un pimiento que se arregle o no el gobierno de la Comunidad. Los hemos elegido hace ya un porrón de días y siguen sin aclararse, así que habría que jubilarlos a todos por manifiesta incompetencia en alcanzar soluciones. Ojalá se vayan de vacaciones, se fumen un puro, se den buenos masajes y caminatas, hagan deporte, visiten museos, tomen el sol en la playa, hagan lo que sea para ver si les vuelve la característica más importante por la que debe regirse su oficio, que es la de resolver los problemas para que los ciudadanos podamos vivir mejor, y no la de crear problemas que les permitan a los políticos vivir como majarajás, a costa de la desazón en la que meten a sus votantes. Al bueno de Ibarretxe le vendría bien seguir haciendo borradores durante dos o tres años más, porque no acierta con la solución sino que encorajina más a todo el mundo, como si tuviera la convicción de que esa es la única manera de que se resuelvan las cosas. No tiene ningún sentido plantear soluciones que tienen menos consenso que las que hay, sólo porque uno se empeñe en pensar que su propuesta es mejor, aunque no se lo parezca a nadie más que a uno mismo Cada vez que recordamos cómo se hicieron la Constitución y los Estatutos de Cataluña, País Vasco y Galicia, recordamos la cantidad de gente distinta que trabajó en la misma dirección, el esfuerzo de todos, la sintonía profunda con los deseos de los ciudadanos para sobrellevar las dificultades y alcanzar una paz común para todos. Muy poco de eso se ve ahora en el oportunismo y el permanente victimismo de unos y otros, para sacarle alguna ventaja al otro con la escenificación del embrollo. Váyanse y vuelvan oxigenados.