Inseguridad razonable

UN 89% de españoles ni tiene ni piensa contratar seguridad privada, lo cual revelaría que se sienten seguros o, poniéndonos en lo peor, que carecen de liquidez para invertir en guardaespaldas. Pero la inseguridad ciudadana ocupa, según el último barómetro del CIS, el tercer lugar en la lista de preocupaciones sociales, tras el paro y el terrorismo de ETA. Afirmaba ayer el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Jorge Fernández Díaz, que el barómetro señala en los ciudadanos «una lógica y razonable preocupación» por su seguridad personal o colectiva, pero de ningún modo podría hablarse de psicosis o de alarma. Preocupación razonable, eso sí, en uno de cada tres españoles. Estos barómetros indican temperaturas medias del país, por lo que las zonas más apacibles rebajan la fiebre de enclaves en los que inseguridad nutre sobradamente las páginas de sucesos, como es Madrid, donde el número de asesinatos en lo que va de año se estaría acercando a los del Chicago años 20. Bien es verdad que casi todas las muertes violentas se dan en medios de la inmigración y, muy especialmente, en colectivos más o menos mafiosos que se dedicarían al tráfico de drogas, robo y venta de coches lujosos, proxenetismo e introducción ilegal de inmigrantes, con el fin de esclavizarlos/as. Los asesinatos se califican así como ajustes de cuentas, cuando no cuadran los balances. Para la mayor parte de la ciudadanía española, la sensación de inseguridad es de intensidad variable, según la alarma que se pueda derivar de la abundancia de las acciones criminales. Pero si se parte, dadas las circunstancias del país, de que el paro y el terrorismo son las máximas preocupaciones fijas de la sociedad, el hecho de que la inseguridad ocupe tras ellas el tercer puesto eleva su importancia. El barómetro de julio muestra que sólo un 1,8% de los españoles identifica la inseguridad con la inmigración, mientras que un 20% la relaciona con la venta callejera de drogas, y 28,8%, con el terrorismo. Terrorismo e inseguridad coinciden así en una misma inquietud social y, en proporción algo menor, el emparejamiento se daría entre inseguridad y fácil disponibilidad de drogas. Pero también el mal funcionamiento de la Justicia, por la supuesta levedad de sus penas, acrecentaría la sensación de inseguridad. La guerra de Irak, en cambio, sólo preocuparía al 1,5 de los españoles, lo que choca con las explosiones callejeras de protesta al ataque contra el anterior régimen iraquí iraquí.