Diario de León

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LOS CALORES del verano afectan a los exegetas de las encuestas. Sobre la última realizada por el CIS a propósito del grado de alarma social que genera la inseguridad ciudadana informó ayer el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Jorge Fernández, para decir que no pasa nada, que no hay «psicosis de inseguridad ciudadana». El señor Fernández es un especialista en este tipo de evasiones de la realidad. Acreditó talento en ese registro en ocasión, primero, de la huelga general y,después, con la invasión de Irak. Si se me permite la licencia, diría que su forma de expresarse recuerda la forma de trabajar de algunos (malos) periodistas: ellos tampoco permiten que la verdad les arruine un buen reportaje. El secretario de Estado no firma reportajes pero retuerce de tal modo los datos de las encuestas del CIS que allí donde los demás vemos y padecemos problemas reales: en Madrid, por ejemplo, más de 60 personas han sido asesinadas en lo que llevamos de año y en ese tiempo, en España, han sido denunciados más de un millón de delitos contra la propiedad, él no encuentra motivo que justifique esa preocupación. No hay psicosis. Es verdad. La gente no se tira por los ventanas saltando desde los pisos más altos como ocurrió en Nueva York en el 29. Seamos serios. Todos sabemos que, primero Mayor Oreja, después Rajoy y ahora Acebes, todos los ministros del Interior de los sucesivos gobiernos de Aznar, han intentando, sin éxito, atajar el crecimiento de la delincuencia común. Puede que sea porque el grueso de los recursos policiales se ha destinado para combatir (con acierto) al terrorismo; puede que -como denuncian los sindicatos policiales- se deba a la reducción de la plantilla de funcionarios o puede que -como señala la oposición- el Gobierno haya dejado este tema de la mano porque tiene una filosofía privatizadora de la seguridad. Lo cierto es que sea por estos factores o por la suma de ellos, en los últimos años el número de delitos comunes se ha disparado. Lo sabe la Policía y lo sabemos y padecemos todos los españoles. Todos menos uno: el ciudadano Jorge Fernández, nuestro pío secretario de Estado. Feliz él. Al parecer, vive en otro mundo.

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