EN BLANCO
Comparaciones
EL CASO del presunto suicidio de David Kelly, que informaba a la BBC sobre la manipulación gubernamental de los datos relativos a Irak, ha afectado muy negativamente a la imagen del primer ministro británico, Tony Blair, en su país, pero sus consecuencias pueden ser mucho más amplias y, de hecho, el asunto ha cruzado el Atlántico y ha servido para apoyar a los críticos de Bush, quien también ve bajar su popularidad. Naturalmente, el caso ha influido también negativamente sobre otros aliados, pero en menor medida. Ni RTVE es comparable con la BBC ni los conocimientos de nuestros expertos pueden equipararse a los de Kelly. Tampoco la potencia de España puede resistir el mínimo cotejo con la de Estados Unidos o con la del Reino Unido. En España, además, los políticos carecían de información propia y tenían que contentarse con la que facilitaba Estados Unidos, aunque mientras se aceptaban sin vacilar las palabras de Bush sobre el peligroso armamento de Irak, se hacían oídos sordos a las palabras del Papa en contra de la guerra. No ha importado la sangre vertida por el pueblo de Irak, ni tampoco demasiado la derramada por los soldados británicos, pero la sangre de David Kelly ha hecho desmoronarse en las encuestas al partido laborista y a su líder. Los españoles somos menos sensibles y más duros. De la guerra de Irak no se han derivado muertes de soldados españoles ni de científicos de nuestro país que informasen a los medios de comunicación, pero sí la de dos periodistas españoles, víctimas del fuego presuntamente amigo, y ni siquiera se han exigido responsabilidades.