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LO PEOR de los tránsfugas políticos es la tufarada que dejan. Si los incendios de este verano tórrido convierten en tierra quemada parte de nuestro patrimonio natural, impregnando el aire de olor a chamusco, el transfuguismo asola espacios éticos de la vida pública. Y aunque los dos fenómenos, el de los incendios forestales y el de los tránsfugas desvergonzados, se transmiten por televisión, el primero genera pesadumbre social, mientras que el segundo se sigue con curiosidad posiblemente morbosa y cierta dosis de vergüenza colectiva. Los ciudadanos tienen, sin embargo, tanto derecho a curiosear en los motivos por los que un tránsfuga comete su traición como a olisquear la tufarada que lo envuelve. El escándalo de Marbella no sería tal si se hubiera producido en el ámbito del GIL, el partido de Jesús Gil y Gil, inhabilitado judicialmente para ser alcalde alcalde de esa localidad malagueña. Pero a la operación marbellí de tranfuguismo, y junto a ocho concejales del GIL, se han sumado tres ediles del Partido Andalucista y otros tantos del PSOE, lo cual sitúa a este partido, tras la deserción de dos de sus diputados madrileños, en dificultades suplementarias. Lleva camino la investigación parlamentaria sobre el escándalo en la Asamblea de Madrid de finalizar en una niebla cada vez más densa, lo cual no logrará obviamente impedir que toda suerte de sospechas sigan flotando sobre ciertas relaciones, digamos espurias, entre algunos interés inmobiliarios y la política. Traslado ese problema a Marbella, se podría afirmar que en la alcaldía marbellí las sospechas dejan paso desde hace tiempo a las certezas, y así lo probarían fehacientemente los enfrentamientos verbales, transmitidos por televisión, entre el alcalde actual, contra el que se han alzado los tránsfugas, y el ex alcalde Jesús Gil, a cuya disciplina los tránsfugas del GIL pertenecen. Como gran consuelo moral para el ciudadano, la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Málaga ha tomado cartas en el asunto, y lo ha hecho con la celeridad debida abriendo de oficio diligencias informativas penales, por presuntos delitos de cohecho, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos públicos y contra la ordenación del territorio municipal. De momento Jesús Gil y el alcalde actual, Julián Muñoz, compañero sentimental de una afamada tonadillera, prestarán declaración el viernes próximo en la Audiencia de Málaga.

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