Diario de León

TRIBUNA

Tras el velo, la violencia no-mediática

Publicado por
ALEJANDRO VIDAL ÁLVAREZ
León

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EN ESTA sociedad hay dos tipos de violencia, lo cual no implica que sean cualitativamente distintas o que difieran sus valoraciones éticas: la violencia mediática y la no-mediática. La primera es aquella que es mostrada a la opinión pública con reiteración, con una pretensión en ocasiones moralizante, por los medios de comunicación, a veces sin independencia con respecto al poder, puesto que se entiende que aquella supone una grave amenaza para la convivencia social. El terrorismo de ETA o la violencia doméstica son dos ejemplos. La segunda es aquella que aún existiendo no es mostrada a la opinión pública (no tiene «repercusión mediática»), aquella que la sociedad en general pretende ignorar, ya sea porque no la considera una amenaza grave para la convivencia, porque tiene miedo a enfrentarse a ella, o incluso porque obtiene rentabilidad de ella, dando la impresión de que lo que se pretende es cubrir con un velo de silencio esta violencia, lo cual no significa que la misma no exista y aún menos que se eviten o reparen sus daños perniciosos. El terrorismo de grupos neo-nazis y las torturas en cárceles y comisarías son claros ejemplos. Así la violencia totalitaria y racista neo-nazi y de ultra-derecha en la tranquila ciudad de León ha dado un salto cualitativo que pone en grave peligro la convivencia social. Este fenómeno se verificó con absoluta nitidez el pasado 13 de julio, domingo, cuando un joven fue atacado brutalmente a navajazos por un grupo de nazis a la salida de unas piscinas públicas, después de que la víctima intentase huir corriendo y fuese alcanzado. ¿Su culpa? Ser amigo de unos jóvenes de ideología anarquista. El joven después de haber sido ingresado en el hospital en estado de extrema gravedad ha sido ya dado de alta. Pero lo más lamentable de todo es que este intolerable atentado no haya sido divulgado por los medios de comunicación, ni tan siquiera locales, de igual manera que hubo silencio con respecto al atentado que sufrió la sede del sindicato CNT, la cual intentaron quemar. Sucesos como éste, henchidos de un paroxismo ideológico totalitario, no son desconocidos en España ya que en los últimos años bastantes personas (inmigrantes, gentes de izquierda, o simplemente personas con un determinado aspecto) han sido asesinadas o han recibido brutales palizas, y sin embargo la repercusión mediática de estos hechos ha sido, y sigue siendo, mínima, o como en el caso que nos ocupa nula. No es de extrañar por tanto que, en una atmósfera de silencio mediático, los informes de la ONU sobre Derechos Humanos de 2001 y 2002 relativos al Estado español, en los cuales se afirma de forma rotunda que España es el país de Europa, junto con Turquía, donde el Estado ha violado los Derechos Humanos más veces y de manera más sistemática, no hayan sido publicados aquí ni dados a conocer a la opinión pública como es obligación, no ya ética sino jurídica, de los medios de comunicación públicos. Hay por ende una intención de ocultar la realidad. Y lo peor de todo no sólo es que la sociedad tolere esta otra violencia, no-mediática, igualmente rechazable, sino que también tolere que se le oculte su existencia. ¿Qué clase de convivencia puede construir una sociedad que permanece impasible ante sucesos violentos de semejante paroxismo ya sea por desconocimiento de los mismos, por miedo o por connivencia? ¿Por qué el sistema judicial con el mismo ahínco con que persigue otro tipo de violencia no persigue éste? ¿Será que sólo los que sufren la violencia de «el terrorismo» (como si sólo hubiese uno) son merecedores de toda la cobertura mediática, y no así los ciudadanos de izquierdas, inmigrantes, gentes de color, o cualesquiera otras víctimas sui generis de la ignominiosa violencia de los grupos neo-nazis y neofascistas? Aplicando una sencilla regla de tres: ¿existe alguna diferencia cualitativa entre la violencia que recae sobre una persona de una determinada adscripción ideológica (por ejemplo PSOE) que es asesinada por un grupo dedicado esencialmente a ejercer la violencia -como ETA- precisamente por su pertenencia ideológica, y la que recae sobre otra persona de una determinada adscripción ideológica (por ejemplo anarquista o comunista -incluso basta con tener aspecto de tal aunque no se sea-) que es asesinado por un grupo dedicado esencialmente a ejercer la violencia (como son los grupos neo-nazis) precisamente por su pertenencia, o supuesta pertenencia, ideológica? No. Sin embargo al primer agresor se le aplicarán las normas antiterroristas, cuyas sanciones son muchísimo más duras que las de la norma general, mientras que el segundo será juzgado como un vulgar delincuente. Por lo visto a los neo-nazis no se les pueden aplicar las normas antiterroristas, (verdaderas normas de excepción que rechazamos totalmente por considerarlas una poderosa arma represiva del sistema contra toda disidencia) porque parece que los grupos totalitarios neo-nazis no deben ser «grupos cuya finalidad sea la de subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública» como dice el art. 571, Sección 2.ª - De los delitos de terrorismo , del Capítulo V, del Título XXII del Código Penal de 1995. Cabe deducir por tanto inmediatamente que si el sistema considera que las ideologías nazi o fascista totalitarias no pretenden subvertir el orden constitucional ni perturbar la paz pública, porque si no para sus actos de violencia el sistema tendría que aplicar estas normas antiterroristas de excepción, cosa que jamás ha hecho ni tiene intención de hacer, es que esa ideología, nazi o fascista, se amolda al marco constitucional, es aceptable, tolerada, y por tanto aunque su misión sea en esencia fomentar el racismo, la violencia de género, el totalitarismo, la violencia en general, sólo son reprobables sus métodos y no sus fines. En este aspecto el hedor de la doble moral es insoportable, lo cual no implica que estemos a favor, ni aún en el más pequeño aspecto, de unas normas antiterroristas represivas, desproporcionales, anticonstitucionales, en suma de excepción. Finalmente desde el Movimiento Antiglobalización consideramos imprescindible, como muchos ciudadanos que desean extirpar de la sociedad la ideología neo-nazi y la violencia inherente a ella, que las instituciones locales asuman su responsabilidad e implementen medidas administrativas y político-educativas que pongan freno a esta peligrosa e intolerable escalada de violencia desocializadora.

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