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SANSÓN ha resucitado de entre las ruinas del templo de Baal. Ha vuelto para ser contratado como asesor de algunos partidos políticos españoles que parecen empeñados en una estrategia nihilista de autodestrucción. «Perezca yo y conmigo los filisteos» -fueron las últimas palabras del gigante ciego y, «perezca mi enemigo aunque en el empeño muera yo», es la película en la que andan metidos algunos políticos de aquí. En el País Vasco, por citar al primero, el ciudadano Ibarretxe ha metido a Sansón en la plantilla de Ajuria Enea. Los dos trabajan a destajo por cuenta del PNV, los dos han perdido la visión de la realidad. La ceguera política del lehendakari es inquietante, antes de ayer, sin ir más lejos, le hizo perder una oportunidad de oro: podía haber asistido a misa en la parroquia de Maruri pero no lo hizo a sabiendas de que con su sola presencia habría evitado una injusticia: la marcha del cura Larrínaga. Un exilio forzado que, como presidente de todos los vascos, debería avergonzarle. Otro ejemplo de «sansonismo» político lo tenemos en la Comunidad de Madrid. Todo el mundo ha podido ver y sentir rubor ante el espectáculo organizado por el PSOE y el PP a cuenta de la fuga de dos diputados socialistas (Tamayo y Sáez) con amistades peligrosas en el mundo de la construcción. Ante esta falla, a los populares les faltó tiempo para sacar ventaja haciéndose con la presidencia de la Asamblea. Después vino la mal llamada comisión de investigación, un híbrido entre Tómbola y la Inquisición, con el diputado socialista Nolla haciendo de arzobispo Valdés y el popular Beteta, en el papel de su vida, persiguiendo a las brujas de Salem. Tengo para mí que, ante un hecho tan repugnante como el protagonizado por Sáez y Tamayo, a la dirección del PSOE le han faltado agallas políticas para limpiar la FSM visto que es lo más parecido a un nido de víboras. Al tiempo, al PP le ha sobrado oportunismo y está claro que no tiene el menor interés en esclarecer la trama. Deprime ver en qué manos estamos porque está claro que como ciudadanos no nos merecemos esto. Ni los de Madrid ni los de Marbella donde, Sansón parece haber encontrado trabajo en el mismísimo Ayuntamiento y asesora tanto a Julián Muñoz, el alcalde, como a la doctora García Marcos, la portavoz socialista que no se sabe muy bien porqué ha decidido suicidarse políticamente echándose en manos de un Jesús Gil que se ha hinchado a insultarla en los plenos y en las emisoras de radio.