Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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ES UNA mezquindad atribuirle al adversario político un malsano deseo de que algún o algunos soldados españoles destacados en Irak vuelvan en féretros. Y eso es lo que hizo el presidente del Gobierno hace un par de días en Palma de Mallorca. Un patinazo de José María Aznar por el que debería disculparse de manera inmediata y entendible. Semejante pedrada sólo tiene un antecedente en el verbo tóxico de Xabier Arzalluz cuando dice, precisamente refiriéndose al propio Aznar, que éste tiende a capitalizar los asesinatos de los terroristas de ETA porque, en el fondo, el Gobierno del Partido Popular y la banda terrorista se retroalimentan y ambos se necesitan mutuamente. Eso define a Arzalluz pero no nos sorprende en personaje tan turbio. Que el presidente del Gobierno de la nación incurra a estas alturas en el mismo error nos alarma. Sugerir siquiera que José María Aznar necesita a los muertos de ETA para reforzar su discurso antiterrorista es la misma mezquindad que demuestra el presidente cuando sugiere que sus adversarios políticos necesitan los féretros de nuestros soldados en Irak para justificar tesis antibelicistas. Algo más dijo el presidente del Gobierno en Palma dec Mallorca sobre el asunto que nos ocupa. Como el que no quiere la cosa deslizó que, al fin y al cabo, nuestros soldados son «profesionales». Por cierto, gracias a una decisión del Gobierno del PP. Se le ve venir. Un argumento similar ya se utilizó en el caso del periodista Anguita Parrado y el cámara de televisión José Couso, los dos jóvenes españoles caídos durante la guerra. «Nadie les obligó a estar allí, sabían perfectamente a lo que se exponían». Fue la tesis oficial. Razonamiento extraordinariamente perverso que puede volverse en contra si, ojalá no ocurra, cualquier día de estos vuelve a aparecer bajo la sábana un guardia civil o un policía nacional asesinado por ETA. ¿A alguien que esté en sus cabales se le va a ocurrir quitarle importancia al asunto porque, al fin y al cabo, «eran profesionales y sabían a lo que se exponían»? A José María Aznar le patina el embrague cada vez que trata de justificar aquella guerra decidida por Estados Unidos y apoyada por el Gobierno español. Simplemente porque lo que mal empieza mal acaba. Ahora habla de «amparo» de la ONU porque no puede hablar de «mandato» para justificar la presencia de un contingente español en el Irak de la posguerra. Pues sí, con el amparo de la ONU, el mismo que la organización internacional presta a los países miembros que no se han sumado a los planes de reconstrucción dirigidos y coordinados por las fuerzas ocupantes. Quiero decir que era una opción, participar o no participar, sin que ni lo uno ni lo otro tenga o deje de tener el amparo de la ONU. Al margen de la trastienda política que nos ha llevado a una guerra y a una posguerra donde no se nos ha perdido nada (es una opinión, claro), poner en duda el apoyo de todas las fuerzas políticas y de toda la sociedad a nuestros soldados, es una lamentable salida de tono del señor Aznar.

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