Verano caliente

LAS ALTAS temperaturas, cuando no se ponen los medios preventivos adecuados, provocan irremediablemente incendios pavorosos, casi siempre incontrolados, que causan desastres sin cuanto. Como en la política, más o menos, aunque con menos frivolidad y mucho más lamentables. No se ha esperado al clásico otoño caliente, julio ha sido en el Bierzo un horno incancescente, en el que ardieron las más sórdidas pasiones políticas y personales, que como saben tienen que ver con la política entendida como negocio y no como servicio, algo que ha pasado, como tantas cosas buenas, de moda. No hemos llegado a los casos morbosos de Madrid y Marbella, pero los enfrentamientos no han sido menos ruidosos y apasionados. En el PSOE, a Jesús Esteban, expresidente del Consejo Comarcal, lo han defesnestrado democráticamente, eso sí, pero sin contemplaciones. Se buscan explicaciones en el personalismo de Susi, pero las personalidades fuertes son necesarias para lograr el prestigio y el respeto de las instituciones. Esa es la excusa pero no la causa, que se encuentra en la lucha por el poder entre dos, o quizá tres, facciones cada vez más enfrentadas en el socialismo berciano. Una lucha con sordina antes de las elecciones; ahora ya nada sorda y si muy ruidosa, incluso con querellas en los tribunales. Con la elección de Ricardo González, apoyada por la dirección del partido, hay n nuevo agraviado por esa política que, con mano dura, ejerce en el Bierzo el procónsul y flamante nuevo senador J.J., el amigo de Zapatero. Se une Susi a los Pedro Fernández y compañía, que con los postrados Olimpio Fernández, Zanca, Buitrón y su grupo pueden fraguar, en las próximas elecciones generales, su propia espantada o rebelión electoral. Un nuevo problema para José Luis Rodríguez Zapatero, que no siendo capaz de unir a los fieles de su provincia, cómo lo va a lograr en el resto de España con lo que está cayendo Lo del PP es todavía más grotesco e incomprensible y sobre todo más alarmante, por sus probables repercusiones en la política provincial. Una vez más, Escuredo y Fátima, han dicho claro quien manda en los populares bercianos, pero los enemigos son cada vez más numerosos y más fuertes; se están uniendo y sobre todo, en este mes, han cometido menos errores de bulto. Aquí la rebelión ya está en marcha, con Ponferrada, Cacabelos, Carracedelo y Congosto a la cabeza, y una líder en ciernes nada pusilánime, que cuenta con el apoyo de la dirección provincial. En la pugna por el poder, las peleas por colocar en los puestos institucionales a sus partidario son lícitas y comprensibles: en democracia ganan los que logran la mayoría en las elecciones. Pero apoyar de una manera tan explícita al candidato de la dirección del PSOE, frente a Jesús Esteban, para la elección del presidente del Consejo Comarcal es algo inexplicable. Decir que eso es democrático no deja de ser una boutade hipócrita de Fátima. El PP, y en esto tiene razón Beatriz Anievas, tiene el derecho y la obligación de presentar a su propio candidato, pues se lo debe a sus votantes. No hay una situación de peligro nacional o institucional para apoyar la elección del candidato socialista. Fátima y su grupo moralmente no son, no pueden ser, oposición en el Consejo Comarcal. No sé si hubo o no hubo un pacto; si lo hubo es totalmente inconherente porque nada desde el punto de vista político lo puede justificar: La realidad incontestable, de la que habrán de responder, es que una parte del PP, la que manda en el Bierzo, apoyó la investidura de Ricardo y eso no es bueno ni para el PSOE, ni para el PP, ni para la democracia. A Escuredo y a Fátima, siempre con problemas con los populares ponferradinos, les ha salido una compañera respondona que, por lo que se vez, tiene madera de líder y ya aglutina a un buen número de seguidores. Comienza la batalla por el liderazgo en el Bierzo. ¡Para que luego digan qué esta comarca no es singular!.