EN EL FILO
¿Más autonomía? No, gracias
LA NUEVA POLÍTICA autonómica de Rodríguez Zapatero está teniendo unos costes muy altos y no sólo porque ha abierto nuevas brechas entre los dos grandes partidos constitucionalistas, sino porque está siendo contestada muy fuertemente en el interior del propio partido socialista y de forma muy especial en el PSE. Las críticas formuladas por militantes de la corriente liderada por Nicolás Redondo y Ros Díez han sido calificadas de poco leales por parte de Ares, portavoz socialista en el parlamento de Vitoria. Al entender de este, deberían haber sido formuladas dentro de los cauces orgánicos del partido. Pero ¿cómo habría sido posible hacer tal cosa -replican los contrarios- cuando la propuesta ni siquiera había sido presentada en la Ejecutiva o en el Comité Federal del PSOE sino directamente a los periodistas? Para quienes critican la propuesta de Zapatero, un desarrollo de los Estatutos aún más «generoso», además de resultar temerario desde el punto de vista de una compensación razonable de los poderes del Estado, es ineficaz como alternativa a la estrategia del ONV. Más aún, no sólo no impide los planes soberanistas de Ibarretxe sino que viene a reforzar las razones de éste. Los nacionalistas interpretan una política de ampliación de los Estatutos como el reconocimiento de culpa de los socialistas en relación con el País Vasco. Como ha dicho el sociólogo Francisco Llera, la idea de Zapatero reafirma y consolida los objetivos de los independentistas. Si el plan Ibarretxe introduce en la sociedad vasca unos elementos artificiosos y perversos en la medida que introducen en la sociedad un problema que ni siquiera se plantean los ciudadanos y que viene a dividirlos, el nuevo desarrollo estatuario viene a legitimarlo. Seríamos poco realistas si nos negáramos a reconocer que la nueva estrategia del PSOE afecta al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. En realidad introduce un elemento de división entre los dos partidos firmantes al tiempo que supone una aproximación entre el PSOE y el PNV que aquel pacto quedaba en entredicho mientras no fuera capaz de romper con los independentistas que vinculan sus objetivos a los métodos terroristas. Ciertamente el pacto ha dado como fruto la ilegalización de Batasuna pero ¿acaso este hecho no es negado en la práctica por el PNV sin que ello impida el acercamiento del PSOE a éste? Y estaríamos ciegos si no fuéramos capaces de reconocer en la propuesta de Rodrígez Zapatero la inspiración disturbadora de Pascual Maragall.