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Publicado por
FERNANDO ALGORRI RODRÍGUEZ
León

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ESTA CONTRADICCIÓN eterna invita, sobre todo a los poderosos, a opinar de si es más saludable despreciar el dinero, más lo veraderamente real es que nadie es lo suficientemente desprendido para renunciar a tenerlo y el rico no quiere nunca dejar de ser rico y tan sólo la idea de que algún día llegara a ser pobre le aterra y no le deja dormir a pierna suelta. El pobre, el que tiene que ir contando el dinero con cierta frecuencia para ir calculando si le queda la cantidad suficiente para llegar a fin de mes sin grandes apuros, se consuela él y consuela a los suyos haciéndoles saber que lo más importante en la vida no es el tener dinero, sino que lo más fundamental es tener buena salud, para poder trabajar de forma que puedan sobrellevar su existencia de una manera honesta, porque considera que el dinero no es suiciente garantía para alcanzar la felicidad, ya que la riqueza es más proclive para dejarse arrastrar por la inmoralidad. Por el contrario, lo cierto es que la pobreza tiene el efecto de incitar al hombre a cometer acciones contrarias a la legalidad. Lo que realmente ocurre es que el pobre, que ha hecho todo lo posible por llegar a ser rico sin conseguirlo, quiere justificar a toda costa su situación ante los suyos, y en demasiadas ocasiones evidia al rico orque no puede satisfacer sus deseos. Decía un trabajador en un mitin convocado por su sindicato que su mayor deseo consistía «no en llevar una camisa de igual calidad que la usaba su jefe, sino que su mayor apetencia sería poder usar su propia camisa» . Y aunque reconocía que la pobreza no deshonra a nadie, él deseaba llegar hasta lo imposible, si ello fuera necesario, para poder salir de ella. Existen muchos ricos que más que ricos lo que demuestran es una pobreza incurable, porque el temor a perder sus riquezas les ha llevado a ser tan tacaños que el afán que sienten por su fortuna, les pone telarañas en los ojos y les oscurece el sentido para saber distinguir lo justo de lo injusto. Se ha comprobado, no una, sino mil veces, que cuando hay una reunión de personas de distintas capas sociales tomando un aperitivo en una cafetería, la primera ronda casi siempre es pagada por aquél de categoría y posición inferior. En estos casos, el rico casi nunca suele pagar. Parece un contrasentido, pero de ordinario suele suceder así y ello puede atribuirse a que los ricos que no saben usar sus riquezas en lo que consideran trivialidades, que son muchos los que rayan a la altura de una pobreza incurable, porque es una pobreza que afecta a su espíritu. Decía Percy Bische Shelley que «la riqueza es un poder usurpado por la minoría para obligar a la mayoría en trabajar en su provecho» . Este poeta inglés es uno de los randes de su época, junto a lord Byron y a Keats. La cita que encabeza este breve comentario es una muestra de sus convicciones sociales principalmente, negándose a admitir las normas estrechas e hipócritas de la sociedad inglesa. Su tormentosa vida está maravillosamente reflejada en la película dirigida por el español González Suárez titulada Remando al viento . Cuando Pío Baroja dijo que «la respetabilidad es tener dinero» , los filólogos solían juzgar dicha frase manifestando que su literatura era la expresión de una gran catástrofe de la que el escritor era el único que parecía quedar a salvo. Con esta opinión se quería dar a conocer la implacable ferocidad literaria del autor vasco, su escepticismo, su mirada crítica o su pesimismo. Existe el caso, que muy bien podría calificarse de insólito, de un jugador de fútbol que militaba en un equipo puntero de primera división, el cual percibía en concepto de fichaje, primas por partidos ganados, primas por títulos conseguidos y un largo etcétera, una cantidad astronómica cada uno de los años por los que se había comprometido a jugar con dicho club. Pues bien, este jugador manifestó en cierta ocasión a través de todos los medios de comunicación, que se encontraba triste y deprimido, con lo que su rendimiento deportivo disminuiría considerablemente debido a que el presidente de la entidad no le revisaba el contrato, tal como le había prometido verbalmente en el momento de su firma, y reclamaba una cantidad mensual, que tal como informó un periódico deportivo de la región, dicho aumento superaba en su cuantía al que había percibido recientemente todos los pensionistas de Cataluña, conforme a su última revisión. Este caso más que insólito debiera considerarse intolerable y la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación) no debiera autorizar este tipo de fichajes y todos aquellos que superaran cantidades razonables. Actualmente se ha puesto de moda ganar dinero fácil vendiendo en exclusiva a cualquier cadena de televisión y revistas del corazón, bodas, bautizos, noviazgos, separaciones, devaneos, cambios de pareja con la frecuencia que uno se cambia de camisa y todo aquello con el suficiente morbo para satisfacer los deseos de un público ávido de conocer las andanzas, casi siempre censurables de aquellos famosos que sienten el deseo de ganar dinero fácil aunque ello suponga poner al desnudo toda su vida privada, sin que por ello se sonrojen lo más mínimo. Además se prestan a arreglos y componendas que no se ajustan a la realidad, pero que al público de que gozan no les importe lo más mínimo. Claro que no se debe meter en el mismo saco a todos los famosos porque la mayoría son personas muy dignas merecedoras de todo respeto, por lo que se debe tener especial cuidado en señalar a aquellos mequetrefes sin ningún reclieve personal surgiendo de la nada, nadie sabe de qué manera, que se prestan a todo tipo de componendas para ganar dinero, aunque para ello no tengan el menor reparo en contar sus batallitas íntimas, hoy con una pareja y mañana con otra. Claro que éstos suelen ser siempre los mismos y todo el mundo llega a conocerlos por su total falta de respeto y educación, ya que están exentos de toda moralidad. Es casi seguro que estos personajillos, sientan lo que decía aquel poeta: «El populacho puede silbarme y mearse de gusto por mi desvergüenza, pero cuando voy a casa y pienso en mi dinero me aplaudo a mí mismo y me río de ellos» . Por todo ello, no cabe duda que la virtud, la gloria y el honor, así como todas las aptitudes humanas suelen ser prisioneros de las riquezas. «Ni se condena al rico ni se salva al pobre, por ser el uno pobre y el otro rico, sino por el uso de ello; que si el rico atesora y el pobre codicia, ni el rico es rico, ni el pobre, pobre, y se condenan ambos». (Mateo Alemán) .