BURRO AMENAZADO
Los pájaros del agua
EN LOS PUEBLOS blancos de Cádiz, desde Barbate y Vejer de la Frontera a Alcalá de los Gazules, el día de los pájaros del agua fue el pasado 10 de agosto. Los pájaro , en el habla gaditana serreña, son miles de aves, grandes de talla, que forman una inmensa bandada que se desplaza hacia el Estrecho de Gibraltar, en un carrusel de plumas pardas, pías y negras, enfilado lentamente hacia la costa entre Tarifa y el Peñón y las distantes lomas de Marruecos, entre Tánger y Ceuta. Es una nube voladora que gira y revolotea, cicleante, sobre las azoteas encaladas y las callejas achicharradas por un cielo azul despiadado, sin asomo de nubes de lluvia, mientras los nativos y los forasteros veraneantes se forran a cervecita helada al sombrajo y el amparo del chiringuito de turno. Esforzada multitud de aves migrantes camino del África negra, agrupa especies variadas y poblaciones viajeras constituídas por los adultos que criaron desde Siberia a la España peninsular y su descendencia de pollos, pobriños volátiles que por primera vez en su corta existencia, de meses, afrontarán el morir o vivir, al emprender la travesía del Sahara, por encima de los moros de Agadir y los tuaregs de Mauritania . Los serreños conocen entre las viajeras solo a las cigüeñas blancas, las que anidan en las cortijadas junto a las vacas retintas de la Janda, pero no al abundantísimo milano negro - «el pájaro del agua»- que en colleras y bandadas de millares de individuos enseña cola escotada, de bacalao, silueta alar modelo ultraligero y un planeo dubitativo cara al ventarrón de levante que machaca hasta los geranios de las macetas en sombra, hoy puro escobajo seco. Más altos que las cigüeñas y los milanos, un enorme torbellino de vencejos, los que abandonaron la ciudad de León tras criar en aleros y gárgolas. Las aves del verano huyen de un país cuyo paisaje se marroquiza, puro secarral tórrido lleno de coches, derroche, cemento y acuíferos en ruina. ¡Suerte, estoicos pájaros migratorios!