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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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MIENTRAS se propagaba la oscuridad, a la misma velocidad que la luz, en Nueva York y en Canadá, a nuestro ministro de Justicia, José María Michavila, se le ocurría una idea luminosa: conseguir que los divorcios se resuelvan en España en no más de tres meses a partir del otoño, cuando el tiempo sea oro en los árboles, que dicen los poetas. En los pocos árboles que se hayan salvado de la quema. En el anterior apagón de Nueva York aún no se había dado a conocer Bin Laden y por lo tanto nadie sospechó de él. Se comprobó que nueve meses después nacieron muchos niños. ¿Qué cosa más distraída podían hacer las parejas yanquis al quedarse sin televisión, sin teléfono y sin saber dónde estaba el cartucho de palomita s de maíz? En algo había que matar el tiempo. Todavía no se había inventado el terrorismo a escala mundial y los que se quedaron a oscuras no pasaron miedo. Este apagón ha sido distinto, como distinto es todo a partir del 11-S. La gente se temió lo peor y se confirmó que el pánico es más horrible que aquello que lo provoca. En vez de meterse en la cama, las parejas se metieron en el retrete y algún día se hará la estadística del número de veces que se tiró de la cadena cuando se fue la luz. Las parejas españolas que hayan comprobado que «con el número dos nace la pena» pasan por un momento mucho mejor. Los divorcios se resolverán con juicios rápidos, casi a la misma velocidad que la luz, y no como antes, que tardaban un año en solucionarse. Quizá hubiera sido mejor dejarlo en un término medio. Ni tanto tiempo ni tan poco. Hay que tener en cuenta que hay desavenencias pasajeras y otras, mejor construidas, que duran siempre. Hay matrimonios que consiguen toda la felicidad compatible con el vínculo, pero hay otros que logran que cada uno de sus miembros se sienta solo sin dejar de estar acompañado. Hay que tener en cuenta que es muy difícil llevarse bien con alguien que ni siquiera es de la familia. Muchas personas esperarán ansiosamente la llegada del otoño. Suele venir todos los años.