VUELTA DE TUERCA
Partidos políticos
UNA DE las emanaciones más desagradables de nuestra política es la que procede del egoísmo rampante que manifiestan las fuerzas políticas. En un país en que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo», como asegura el refrán, no es extraño que las organizaciones de toda índole sigan esta pauta y marquen debidamente el orden de preferencias que sitúa en primer lugar los intereses propios, a pesar de la retórica de generosidad que se derrocha. Pero cuando se trata de ideas y de ideales, de apelaciones al bien común, parece que no estarían de más unos gramos de grandeza y de filantropía. Si las cúpulas del PP y del PSOE creen que esta pusilanimidad pasa inadvertida, se equivocan. Todos sabemos que mienten cuando hablan de entrega, de generosidad o de idealismo.