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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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SOPESANDO EN AGOSTO las noticias que da el estío pueden resumirse en dos: el exconcejal de urbanismo de León, señor Vallejo, se ha afeitado el bigote lo mismo que, allá por mayo, el nuevo alcalde, señor Fernández, se peló la barba. La actualidad se mantiene viva por los pelos o por la jeta, como la del también concejal Ibán García, que se ha estrenado fletando un autobús para jóvenes irternautas y marchosos que costará una pasta gansa pasearlo por los barrios entre gastos municipales y subvenciones, a fin de cuentas todo son impuestos. En esto el joven edil no hace más que seguir los pasos de anteriores colegas, como cuando otro inventó el reparto gratuito de preservativos por cuenta del Ayuntamiento y se quedó con el mote de El condones. Cuando un político accede al cargo se supone que debe llevar bajo el brazo una iniciativa que eclipse a su antecesor, aunque no necesariamente un pan para el pueblo, como los niños que traían las cigüeñas antes de lo de la planificación familiar. El caso de García no es de los peores con su bus que difunde Internet a precios supertelefónicos para intercomunicar a la juventud por los barrios: lo de menos es el vehículo y su costoso equipapiento, sino que lo más es mantenerlo con una plantilla de colegas contratados más o menos a dedo y cuya nómina anual vale por muchos autobuses. Al parecer van a dar también alternativas a la cerveza en las juveniles noches de ocio y nociones de educación sexual, si bien no se sabe todavía cómo de vagas o no. Conforta a uno, en todo caso, reencontrarse a la vuelta de las vacaciones con el bigote depilado del concejal Vallejo, que está irreconocible en la oposición al menos para los constructores, o con la barbilampiña cara del alcalde Fernández, Paco Raquetas , para los que le tienen confianza, que se limitan a que no se les vea el plumero, ni siquiera en temas urbanísticos. Deprimen fiscalmente, en cambio, propuestas como las del concejal Iván, aunque también son pecados veniales en comparación con los de otros lejanos colegas de partido: el Ayuntamiento de Sevilla, por ejemplo, regala ahora un condón por cada bolsa de cinco kilos que los chavales entreguen en las fiestas de fin de semana de los botellones. A la campaña le llaman «La bolsa o la vida». Lo de la bolsa está claro, porque no deja de tratarse de los impuestos de los ciudadanos, y lo de la vida es obvio: a vez quién no va a votarles para vivir así. Encima, sin que se les caiga el pelo.