Vacaciones injustificadas

SUS SEÑORÍAS los diputados han aprovechado este martes cálido de agosto, en el que el portavoz de Tony Blair declaraba ante la comisión de investigación de la muerte del científico doctor Nelly, para reclamar que también que José María Aznar comparezca y explique lo que las opiniones públicas de Estados Unidos y Gran Bretaña reclaman con insistencia a sus dirigentes políticos, los jefes de gobierno: las razones de ser de la guerra/invasión de Irak, ni más ni menos. Aznar viene resistiéndose a entrar a ese trapo, y a lo sumo, su portavoz en estas materias, Ana Palacio, da largas asegurando que esas armas de destrucción masiva imaginadas o exageradas por los gobiernos atacantes, alguna vez aparecerán, o están más cerca ya de hacer su aparición en escena. El PP ha vuelto a disponer de la ayuda de sus socios tradicionales, decididos a no conceder esa baza a la oposición de izquierdas. Y, de paso, a no interrumpir las vacaciones del presidente. Algunos otros integrantes del gobierno tampoco parecen dispuestos a interrumpir sus vacaciones. El director de Salud francés ha dimitido por razón de las víctimas mortales, entre tres y cinco mil, se estima, causadas por la ola de calor. Hemos visto fotografías del primer ministro Raffarin invitando a los ancianos a consumir más agua. ¿Dónde anda la ministra española de Sanidad, que no ha abierto la boca ante un suceso de estas dimensiones, y ni siquiera ha tenido la ocurrencia de aconsejar que se tomen más líquidos contra una ola de calor que ha batido todos los récords de cualquier otro verano? ¿Dónde ha estado el titular de Agricultura, que habrá visto en la tele cómo ardían miles de hectáreas de campos patrios? Por lo menos la titular de Medio Ambiente ha tenido la pasmosa osadía de proclamar que ha habido «algunos incendios que podían haberse evitado». ¿Sólo algunos? ¿Algunos otros eran justificados, acaso? Los titulares de Defensa y Exteriores están en guardia, cabe suponer, y con el alma en vilo y el corazón encogido, porque las tropas españolas enviadas a Irak están ya en el lugar de su tarea. En cualquier momento pudiera producirse, ojalá no, la tragedia. El ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, ha interrumpido brevemente su descanso para visitar los hospitales de quemados en los que tratan de ser aliviados de sus dolencias las víctimas no mortales de la explosión e incendio de la refinería de Puertollano. No se ha visto acompañado por ninguna otra autoridad. Hay cargos de plena disposición, sin derecho a vacaciones...