Diario de León
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LUIS DEL VAL
León

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A MEDIDA que el PSOE se desgasta en la mal llamada comisión de investigación, y se corrobora que no todos los miembros del PP podrán pasar por el ojo de una aguja, y, a la vez, prosiguen las informaciones sobre el monipodio de Marbella -perdón, quiero decir ayuntamiento de Marbella- se corrobora que siempre son preferibles los profesionales a los aficionados. No todos los políticos son honrados, ni todos los políticos son venales, pero dentro de los partidos existe una cultura de prudencia que no permite groserías, ni desbordamientos, ni atracos a la luz del día. La corrupción, cuando aparece, se encauza por caminos discretos, en una urdimbre de intereses egoístas, unida a una trama de intereses públicos, que permite construir carreteras, organizar olimpiadas y encargar campañas de publicidad para recordar a los contribuyentes que tenemos que pagar para que sufragar estas cosas. Los corruptos deben de poseer cierta inteligencia, cierta finezza , diría un demócratacristiano italiano, y, sobre todo, no olvidarse de que el fin no es enriquecerse, sino servir a la sociedad que te vota y te paga, y que cuando te olvidas o dejas de disimular, terminan por pillarte. En Marbella se ve que no eran políticos profesionales. A medida que llegan informaciones sobre el reparto se nota bien a las claras que no se guardaron las formas, y que iban a por el botín, lo mismo que ahora, con el desparpajo de quien sabe que por mucho que se meta la mano en la caja, te van a seguir riendo las gracias. Siempre que aparece un Fujimori, un Hugo Chávez, un Gil, un aficionado a la política, hay que ponerse contra la pared. No es que a cualquier político se le pueda comprar un coche de segunda mano, pero no te cogerá el dinero y luego te explicará que no sabe dónde está el coche, como suelen hacer estos outsiders de la labor pública, porque esos descaros impiden continuar en la carrera política, y cualquier exageración tiene su castigo. La última vez que puse un vídeo en mano de un aficionado para que lo arreglara, me tuve que comprar otro. En asuntos públicos sucede lo mismo. Si es inevitable que alguien, de vez en cuando, meta la mano en la caja, que sea alguien que pertenezca a un partido de los de toda la vida. Si van a robar, al menos, que sean profesionales.

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