La preñada electrónica

UN NUEVO reto se abre para nuestras autoridades sanitarias y sociales a la vez que para las económicas y financieras. El comercio electrónico. Ahora de esperma. Y, además, humano. Porque ya sabrán que una lesbiana británica se ha quedado embarazada por esperma conseguido a través de Internet. Y encima se supone que el acto fue voluntario. Porque digo yo que lo que llaman ordenadores multimedia no se referirá a eso. A mí esto me parece que, aparte de ser guarrería, puede acarrear incalculables consecuencias. Si no fuera por el pernicioso liberalismo que marginó las sabias advertencias de nuestros mayores sobre el cuidado con el que debían secarse las señoras y señoritas con las toallas por si habían sido utilizadas -las toallas, no ellas- por un caballero, ahora resulta que las madres harían bien en alertar a sus hijas adolescentes sobre los riesgos de los ordenadores, de Internet y de la electrónica en general. Porque no es que puedan ser seducidas por un sátiro: es que ya pueden terminar preñadas directamente antes de salir de su habitación para comer el sandwhich de chopped de la cena. Claro que hay a muchos tipos a los que el negocio les va a salir redondo. Se meten en el habitual sitio web de cochinaditas varias, se alegran de verse a sí mismos, y encima tienen el tuperware a mano para vender la semillita a una pareja de lesbianas, aunque luego salga la criatura con cara de actor porno. Las autoridades sanitarias británicas han advertido de que el esperma en cuestión no está controlado, pero a ver quién es el que controla esas cosas, que lo mismo le da al tipo por enriquecerlo con zumo de naranjas recién exprimidas que con concentrado de zumo de naranjas al que después le añaden agua. Que luego puede haber quien le coja gusto a la cosa y unos se deshidraten y luego le echen la culpa a la ola de calor, y las otras reciban el extracto mensual con cargos como «Suscripción al magazín La lesbiana interurbana » y «Tres tuperwares de 10 mililitros de esperma del 12 en promoción».