Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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A IMPERIO Argentina los amigos la llamábamos Malena. El día que nació no sé qué planeta reinaría, pero sé que entre otras gratuitas donaciones recibió dos importantísimas, que le duraron toda la vida: el don de la sonrisa y el de no perderla pasara lo que pasara, ni aún en los peores trances. Si es cierta la machadiana sentencia endecasílaba que dice que «lleva quien deja y vive el que ha vivido», ella no ha muerto. Aunque estén de luto los piconeros. Aunque en las pantallas antiguas donde vimos Morena Clara hayan puesto ribetes negros para convertirlas en esquelas. Desde que en la noche de los tiempos, donde no todo es oscuridad, don Jacinto Benavente dijo eso de «esta niña vale un imperio», su vida estuvo llena de triunfos y de penas. Todo un trayecto larguísimo que va de cuando se llamaba Petite Imperio a cuando llenaba hasta la bandera el Carnegie Hall de Nueva York. Pocas criaturas humanas me ha sido dado conocer con una existencia de tan alta intensidad. Plural fue la celeste historia de su corazón. Al final me decía que Rafael Rivelles había sido el hombre de su vida, pero entre otros, porque había tenido muchas vidas. Estuvo biencasada y malcasada. Intentó una vez suicidarse. Aguantó el suicidio de un hijo. Rafael de Penagos, mi hermano electo, la conectó con la poesía. Cantó con Carlos Gardel y saludó a Hitler con las cuatro palabras que sabía de alemán. Desde que murió su hermana Asunción, que era adorable y que además la adoraba a ella, dejó de interesarse por muchas cosas. Todavía llenó un teatro y puso de pie al público cuando Mario Paoletti y yo le hicimos una entrevista al alimón, absolutamente improvisada, y cantó cosas de la película Carmen la de Triana . Tenía entonces 87 años. Los finales no suelen ser buenos para nadie. Está mal sobrevivirse, pero eso no se escoge. Le salieron unos amantísimos parientes, a los que casi no conocía. ¡Échale guindas al pavo! En su casa de Benalmádena tenía algunas joyas menores, un cuadro de Alberti y muchas, muchas fotografías. Nosotros la llamábamos Malena. Sin más.

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