Los silencios de Aznar

LOS SILENCIOS de Aznar se escuchan más intensamente que sus palabras. Sus palabras más recientes, en Menorca y en Quintanilla de Onésimo, parecen arrancadas de un breviario electoral, lo que no debiera sorprender en estas circunstancias políticas, mientras que sus silencios sobre el proceso sucesorio en el PP magnifican la incógnita hereditaria, aumentan la curiosidad ciudadana y, entre los dirigentes populares, la incertidumbre. Pide Aznar, sin embargo, a sus militantes menorquines y castellano-leoneses el voto para su sucesor en las elecciones generales de marzo, pues España necesita cuatro años más de Gobierno popular. Y ello, entre otras razones, porque «en España no hay alternativa al PP». El PP, en cambio «siempre ha sido un partido serio, con criterio y que jamás ha perdido el sentido de la responsabilidad». Todo lo contrario que el PSOE, que de acuerdo el principio de que todo lo que va mal puede ir peor, todavía es capaz de empeorar. El barómetro del CIS, aunque revela una intención estimada de voto muy favorable al PP, seis puntos por encima del PSOE, no niega a este partido su condición de alternativa, pues en intención directa de voto, los populares quedan a un punto por debajo de los socialistas. Y Rodríguez Zapatero resulta el político más valorado por la sociedad, seguido de Aznar a unas décimas. Se entiende sin esfuerzo que, ante una alternativa política real, Aznar señale al PSOE como un peligro, como el partido, sin citarlo expresamente, que al avalar propuestas disgregadoras, «contribuye a la inestabilidad y la confusión». Bien es verdad que, a falta de un argumentario socialista para responder a las imputaciones del PP, Rodríguez Zapatero parece obligado a afinar la orquesta de sus barones territoriales, pues no todos parecen interpretar la misma melodía, sobre todo en el asunto de las reformas estatutarias. Pero si algunos proyectos territoriales del PSOE, el de Maragall especialm ente, parecen arriesgados y hasta irresponsables a la dirección popular, la consideración de los textos estatutarios como leyes definitivas e intocables difícilmente disiparía la insatisfacción de algunos nacionalismos periféricos. Nadie ignora que la ciencia demoscópica produce errores abundantes. Faltan seis meses largo para las generales de marzo, y el CIS revela que, antes de entrar en la cocina, el voto directo al PSOE es superior al del PP. De ahí las arremetidas de Aznar contra Rodríguez Zapatero, que espesan su silencio sobre su propia sucesión.