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TRIBUNA

El azúcar, Benavente y Monzón de Campos

Publicado por
FLAVIANO CASAS MARTÍNEZ
León

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AMARGO sabor dejan a los castellanos y leoneses las azucareras instaladas en una región productora de cremolacha por excelencia. Los labradores, ante un cultivo social y de elevada rentabilidad, han pronunciado la palabra ¡basta! Por la fatal decisión de Ebro-Puleva, y las desafortunadas declaraciones del consejero de Agricultura, Valín. Todo va por la borda, y tras el desmantelamiento y traslado de Fontaneda al País Vasco, Benavente y Monzón seguirán la misma trayectoria. La ejemplar Sociedad Cooperativa Azucarera Acor también sufre los zarpazos, insidias y asechanzas de los oscuros intereses políticos, por cuanto el desmantelamiento y la ruina se pueden extender por toda la región. Pero el cierre estaba cantado. No es una sorpresa para nadie, ya que las plañideras de oficio lo sabían de antemano. Es más, un político palentino lo denunció de forma explícita, mientras la Junta contemplaba pasivamente las grandes inversiones en la fábrica de Benavente y el consejero daba largas al desmantelamiento consentido. El cierre lo conocían también los sindicatos, puesto que un alto dirigente sindical dijo textualmente: «Si la fábrica cierra, los puestos de trabajo están garantizados». Y dijo la verdad a medias, que es la peor de las mentiras; pues conocían con precisión que la fábrica se cerraba, pero quedaría abierta la alcoholera con sus residuos de vinazas, sus fétidos olores, vertidos y problemas medioambientales, de calidad de vida e incluso de salud. Claro, que a estos procesos impactantes de los que la ciudadanía está hasta las narices, el consejero de Agricultura, la empresa, y los agentes mediáticos denominan planta de cogeneración. ¿A imagen de las plantas anunciadas en las granjas porcinas del norte palentino? Pero existen iniciativas más sutiles, como la de Asaja, que prevé instalar un «laboratorio interprofesional del azúcar». ¿De qué azúcar se trata si cierran las azucareras? El nuevo delegado territorial de palencia ha anunciado a través de medios de comunicación la necesidad de establecer diálogo con los sindicatos, con el fin de dar soluciones mediante la creación de empresas de producción energética (cogeneración, etanol, etcétera). Esto es, la utilización de residuos para salvar de la quema algunos puestos de trabajo, en detrimento en todo caso de las industrias básicas, de la calidad de vida de los ciudadanos y, por supuesto, también del medio ambiente. Queda meridianamente claro que la región va a la deriva, que el campo se encuentra en fase terminal y que los cierres fabriles afectarán al comercio en su totalidad, desestructurando los sectores básicos, y anulando la capacidad de consumo de la población. Nuestra región carece de dirigentes, de técnicos, de líderes políticos, cuyas propuestas caen siempre en saco roto, obligando a los jóvenes a tomar el camino de la emigración. Los fondos europeos se diluyen en la constante remodelación de plazas y parques urbanos, en problemas publicitarias sobre el Canal de Castilla, casas rurales y la recuperación en aumento de riberas fluviales. No se crean cooperativas, ni siquiera se mantiene el tejido industrial tradicional, mientras el índice de población decrece alarmantemente, los cultivos básicos desaparecen, y el medio ambiente se degrada sin que nadie lo remedie. Benavente y Monzón... por ahora dos más en la fatídica cuenta de resultados.