Así se hacen las cosas

ESTAS COSAS las sabe hacer muy bien Aznar: tomar y comunicar su decisión sin dar un solo minuto para que la gente recupere el resuello después de las vacaciones de agosto. Así, el mismo primero de septiembre, es decir, el lunes próximo, ¡zas!, el sucesor nombrado, no fuese a ser que a alguien se le ocurriera utilizar ese tema para desgastarle a comienzos de la temporada. No, no, el primero de septiembre y punto. Así se hacen las cosas en una democracia. Yo estoy ocho años de presidente del Gobierno y yo nombro a mi sucesor y mi sucesor nombrará tiempo después al suyo. Eso de que el líder surja de las bases, o de elecciones primaria, o de una selección participativa en el seno del partido, todo eso no es que sea un lujo, es una estupidez, pues igual si se les da la mano se toman el brazo. Fíjense, los lectores de un periódico nada rabiosamente antiaznarista, 'El Mundo', en su versión digital, recoge este viernes las respuestas a la pregunta sobre el sistema utilizado por Aznar para designar al sucesor. De los que contestan, al 69% le parece mal y al 39% le parece bien. Qué responderían si la pregunta se hiciese en un periódico algo más antiaznarista. Se dirá que es lo mismo que cuando Fraga nombró a Aznar. Pero no es exactamente igual: al menos en aquella ocasión la propuesta y la votación se materializaron en un congreso del partido, aunque tampoco entonces hubiera ninguna otra opción. Podrá decirse que estamos ahora ante el cambio (de líder) menos democrático de la historia de nuestra democracia. Y seguimos batiendo récords. Porque incluso en sistemas poco o nada democráticos, al menos a los cambios en el liderazgo antecede una etapa de pugnas internas de las que a veces sale designada una persona distinta de la que preconizaba el hasta entonces líder. No puede ser que el partido del Gobierno de España utilice estos procedimientos y encima se pongan a presumir de todas las virtudes democráticas imaginables. No puede ser, pero lo es, como estamos comprobando y como veremos hoy y mañana.