El autoritarismo tiene prestigio

LO PEOR de la forma en que Aznar entiende el poder y su administración radica en la impunidad con que lo ejerce. José María Aznar ejerce el poder absoluto en su partido -y en parte, también, en la sociedad- sin costes políticos. Su autoritarismo ha conseguido la impunidad en los juicios de la sociedad, que asiste a los modos del césar sin que provoquen excesivas reacciones de repulsa la ausencia total de democracia en el Partido Popular. Por eso, el presidente del Gobierno ha renunciado al disimulo. Está tan convencido de que lo que hace le es permitido, que sus formas autoritarias se apoyan generalmente en el exhibicionismo en la forma de realizarlas. El autoritarismo ha conseguido verdadero prestigio en España. Hubo un tiempo en que la sociedad reclamaba de los partidos transparencia y comportamientos democráticos. Se pretendía que los partidos políticos, en cuanto instrumentos de representación de la sociedad, tuvieran mecanismos de debate y de decisión en los que sus militantes, libremente, asumieran la dirección de los mismos. Siempre se supo que esa voluntad era en parte utópica, pero al menos se guardaban las formas. Incluso había partidos que trataban de mantener como virtud debates profundos -a veces violentos- que llegaron, incluso a provocar grandes crisis y quiebras entre formas distintas de entender la política. Con José María Aznar al frente, el Partido Popular ha construido toda una técnica basada en la autoridad, el uniformismo y la incondicionalidad como paradigma de la eficacia que sacrifica cualquier práctica democrática. El Partido Popular ha convertido sus modos autoritarios en virtud y ha convencido a la sociedad de que la eficacia en la máquina de ganar elecciones es un bien supremo no condicionado a ningún requisito democrático. Eso es posible gracias a una formidable operación de pérdida de ideología de la sociedad que se ha quedado sin posibilidades de realizar un proceso crítico al poder establecido. Tiene que ver también con este triunfo del autoritarismo el férreo control que ha realizado José María Aznar de los medios de comunicación y de los periodistas, hasta convertir, en muchos casos, la información en propaganda. Si con estos métodos tan deplorables de entender el poder, José María Aznar consigue que su ungido, Marinao Rajoy, gane las próximas elecciones, el proceso de perversión de la democracia habrá conseguido plenamente sus objetivos.