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Publicado por
JOSÉ PÉREZ MOYA
León

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ESTAMOS ASISTIENDO a unas representaciones de ademanes, descalificaciones y a una lingüística basada en críticas personales de cara a la galería. El que gobierna bastante tiene para sí y para su equipo con llevar a buen puerto la nave con todos los elementos que surgen tanto a nivel nacional como internacional. Hay demasiados oleajes. El que representa a la oposición mayoritaria sin responsabilidad de ejercer funciones de gobernabilidad, debe también medir sus expresiones para infundir confianza a los ciudadanos, que no somos de piedra y estamos a la expectativa para definir nuestro posicionamiento futuro. Nuestra Carta Magna debe ser el instrumento jurídico de convivencia nacional con el respeto a las singularidades de cada región (entiéndase comunidad con todos sus atributos) sin llegar a establecer los antiguos reinos de taifas, tal vez aceptables en un marco histórico que, sin embago, no se sustenta en la actualidad. Los políticos por convicción y amantes de la tierra que nos ha visto nacer no deben enzarzarse nunca en mutuas acusaciones y utilizarlas como arma arrojadiza, lo que contribuye, a mi modesto entender, a la desestabilización del sistema democrático. Es muy fácil presumir de democracia cuando detrás está un pueblo deseoso de ver cumplidas todas sus aspiraciones de bienestar social a todos los niveles. No pongamos en peligro la estabilidad del sistema y aunemos las fuerzas de la convicción y de la justicia en su sentido más amplio, para que se cumplan las realidades que afectan directamente a los ciudadanos. No quisiera terminar estas breves consideraciones sin apelar al término de democracia tan en boga, y muchas veces tan incumplido por parte de los que más airean esta palabra. «Demos» significa pueblo y «cracia», participación. Con este término se designa «el gobierno del pueblo», con su participación. Es el modelo que impone derechos y obligaciones que a veces incumplimos por intereses personales, regionales, de grupo u otra institución, que tan poco servicio prestan a la sociedad en su conjunto. La historia está para no incurrir en los mismos errores y defectos históricos recientes y no tan recientes que no es del caso enumerar. Quienes hemos vivido generacionalmente la República, el sistema dictatorial y la actual democracia debemos pensar que las futuras generaciones no se vean nunca sometidas a los avatares temporales, que impidan lograr el progreso, el bienestar social y la solidaridad y menos aún los enfrentamientos de cualquier signo que provocan el estancamiento de la sociedad en todas sus manifestaciones. Debemos cumplir escrupulosamente la Constitución en todas sus vertientes para seguir avanzando en la prosperidad y cualquier atisbo de supremacía política que atente a la integridad nacional, debe ser repudiada por el pueblo, como único soberano y partícipe de las decisiones que tomen algunos personajes políticos al margen de la convivencia entre todos los ciudadanos. No más experiencias, la historia es nuestra mejor consejera. Soy realmente optimista por naturaleza y el seny , equivalente al sentido común, se impondrá para mejorar nuestra sociedad. No más enfrentamientos inútiles que conducen a la miseria y a abrir nuevos canales de diálogo entre las fuerzas políticas más representativas, como única forma de conservar los valores y la concordia nacional, que todos deseamos, desde distintos ámbitos sectoriales y regionales.

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