El recuento

EN PRINCIPIO, la tarea de contar muertos parece fácil, ya que se están quietos, pero se siguen cometiendo errores. Los gobiernos de Francia, Portugal y el Reino Unido ya han aportado cifras definitivas y se sabe con precisión el número de víctimas ocasionadas por los sucesivos golpes de calor de este tórrido verano. En España no acabamos de aclararnos y hay versiones distintas. Por un lado, el Ministerio de Sanidad sólo admite un centenar de defunciones, a la espera de los estudios epidemiológicos, y por otro los registros civiles de 41 ciudades revelan que hubo mil muertos más. Algo difícil de entender, ya que el número de bajas sólo se oculta en tiempos de guerra. Al final sale siempre a relucir la cifra exacta, a la que hay que añadir una unidad más: la del soldado desconocido. Durante la guerra sucia -perdón por la redundancia- que sufrió Argentina durante los siete años que duró la dictadura militar, murieron miles de personas. Aún no se sabe cuántas, pero poco a poco se está llegando a una aproximación. El general retirado Díaz Bessone, que es uno de los 46 criminales impunes reclamados por el juez Baltasar Garzón, cree que fueron 7.000. Tiene motivos para saberlo, ya que era miembro de la cúpula y fue ministro del Gobierno del pío Jorge Rafael Videla. Niega el general Díaz Bessone que sea cierta la cifra oficial de 18.000 personas las que fueron torturadas y ejecutadas clandestinamente. Eso le parece una exageración, pero lo más curioso es su defensa de la tortura. «¿Cómo sacar información si usted no tortura?», ha declarado en una televisión francesa. El ex general, cuyo rostro delata que fue escogido entre los coroneles, sigue convencido de que ayudó a su patria disminuyendo el número de compatriotas. si no hay justicia nacional, nadie puede extrañarse de que no se haya globalizado. El Gobierno acaba de bloquear la extradición de 40 represores argentinos reclamados por Garzón. Las madres de la Plaza de Mayo exhiben sus pancartas, que chorrean sangre. El recuento de los muertos continúa.