Mariano y las mariposas

TIENE UN NOMBRE de pila que se presta a hacer chistes y que parece copiado de las viñetas de Forges, máxime si su mujer se hubiera llamado Concha y le esperara cada noche en rulos a la puerta de La Moncloa para pedirle cuentas rodillo en mano (el parlamentario no, el otro). Una mina, en fin, para humoristas finos, aunque no para Alfonso Guerra, que tiene la gracia en salva sea la parte, como las avispas -o sea detrás, el refrán popular seguramente se refiere a las abejas- y le ha llamado «mariposón» en el último mitin minero celebrado el domingo de Rodiezmo. Bueno, pues ya sabemos todos cómo va a transcurrir de aquí a seis meses la nueva campaña electoral: sal gorda y chascarrillos a lo «Marianico el corto», algo que no se merece un país medianamente desasnado como éste, a pesar de la enseñanza pública. Es de suponer que a Mariano Rajoy ya le hayan adivinado el porvenir las meigas gallegas de su pueblo, las cuales, a poco profesionales que sean, tienen que haber visto lo mismo que seguramente tiene previsto de sobra su jefe de prensa y fontanería. Por ejemplo, «mira, macho, de entrada ya te llaman mariposón, o sea marica, y perdona, pero eso significa que te tienen echado el mal de ojo y, aunque Rodríguez Zapatero ande un tanto bizco de liderazgo, no nos queda más remedio que el clásico en estos casos: ajo y agua, es decir lo otro y aguantarse». Mariposas aparte, a pesar de la florida barba de Mariano, lo del mal de ojo significa que a partir de ahora le van a mirar con lupa todo tipo de ocios y negocios por muy privados y particulares que sean, como el certificado de penales de su padre, la cartilla militar del suegro (según en qué bando), los impuestos de un cuñado tal vez contrabandista de berberechos o mejillones (en ninguna familia falta un pariente conchabado con Hacienda) o con quién copulan las gallinas de un primo segundo para poner tanto huevo patrimonial (y, si no lo hacen, siguen siendo unas tales como todas las gallinas). Al tiempo. Resulta hoy día fácil predecir el futuro en política. Que el Mariano salga o no elegido presidente en el 2004 es otra cuestión, pero seguro que, mientras tanto, el mal de ojo no falla. Por lo demás Mariano ya tiene experiencia en los asuntos que importan al país, como el chapapote o la guerra de Irak. ¿Qué cómo se las puede arreglar Mariano? Pues negándolo todo. Hasta el patíbulo.