Regreso emocionado

HAN AMAINADO los vientos alevosos que durante casi dos meses han cimbreado con furia mi tronco personal, familiar y de salud. Me han doblado como a un junco, pero no han logrado quebrarme. Y aquí estoy, de nuevo, abriendo los cuarterones de este balcón. Lo hago con emoción, aunque sin lágrimas en los ojos. Con niebla en los ojos y en el alma recibió ayer, aún caliente, vía Seur, el primer ejemplar de su primera novela Luis Artigue. Lloró como un niño. Luis Artigue es un niño-mozo al que todavía pueden la ternura y el imperio de la verdad. No está cuarteado como algunos bueyes políticos. Tengo en común con Luis Artigue que lo del pensamiento único más que una estupidez es una imposibilidad. Y siendo ambos conscientes de que la mentira es uno de los privilegios del hombre frente a las instituciones, también asumimos que en política, a veces, es mejor una mentira propia que una verdad ajena. Abro, digo, de par en par mi balconada periodística y lo hago con un quejido. Se lo contaba telegráficamente al director: ¿Cuántos temas, de rompe y rasga, transcendentes, me he perdido?. Echo la vista atrás y es como un susto. Ahí está la golfada en la Asamblea de Madrid. Oímos la declaración del capone popular, Romero de Tejada, y supimos dónde estaba montado el teatro de operaciones. Oimos atónitos a José María Aznar ante el Palacio de Marivent y comprendimos hasta qué grado de vileza se puede caer en política. Resulta intolerable que quien explotó el filón de las víctimas del terrorismo como lo hizo él en la oposición, pueda achacar ahora a los demás ese envilecimiento de féretros y azogues de manos festejando tragedias. Igual de intolerable resulta que se envíen a Irak tropas españolas sin debate ni aprobación expresa del Congreso, como si la mayoría absoluta facultara para incumplir la Constitución. Son tan sólo algunos apuntes escritos con buena caligrafía política en el verano de asfixia. Hay más, muchos más, que desfilaron ante mi balcón cerrado a cal y canto. Por ejemplo, la normalidad en el relevo del Ayuntamiento de León. El pacto no es la jaula de gr illos que se anunció desde los altavoces que no conciben la alternancia política como esencia misma de la democracia. Por ejemplo: el disparate supremo del Consejo Comarcal de El Bierzo, en cuya constitución se reprodujeron, agravados hasta lo grotesco, todos los defectos de la clase política provincial. Sólo falta por ver que el sherif Estanga Rebollal sea el que imponga la ley orgánica entre las dos facciones enfrentadas del PP berciano. Sin duda, este tema tendrá tratamiento específico. Como también lo tendrá la constitución del Gobierno regional, en el que un 80% de sus altos cargos son vallisoletanos. Y queda, por último, el tema de Rajoy y su designación dedocrática por parte de Aznar como responsable primero y último del PP y candidato a la presidencia del Gobierno. Se ha dado una extraña unanimidad entre todos, o casi todos, los españoles a favor de Rajoy. Ha sido mucho lo perdido, director, pero estoy seguro que aún es más atractivo lo que queda por llegar. Bienhallados, amigos.