EN BLANCO
La hora de la política
ES LA HORA de la política. Mariano Rajoy no es José María Aznar y la diferencia en el debate político debiera ser inmediata, salvo que la abdicación de Aznar pretendiera un heredero sometido al mando a distancia. Pero en política las baterías eléctricas no son eternas. No hay poder en la sombra que pueda ser perpetuo. Mariano Rajoy, que es un político prudente y de largo recorrido, ha dado muestras personales de un talante dialogante en algunos momentos de su carrera política, cosa imposible en el caso de José María Aznar. Sólo queda por ver si la política de tierra quemada, de convertir la mecánica del poder en oposición dura. Por delante del curso político hay todo un calendario de competiciones importantes. Comenzando con las elecciones de Cataluña sin la presencia de Jordi Pujol, que era el último dinosaurio de la transición junto con Manuel Fraga Iribarne. La sombra alargada del plan Ibarretxe mantendrá a el País Vasco y a todos los temas relacionados con ETA en el primer plano de la dialéctica política. Una tentación para tratar de ganar votos en el resto de España a pesar de que esta actitud pueda deteriorar más la convivencia democrática y el futuro de Euskadi. Estamos ante la ocasión de regenerar la vida democrático con un debate transparente, con una concepción de la política en la que los enemigos se conviertan de nuevo sólo en adversarios y la confrontación tenga alguna posibilidad de conseguir una síntesis de posiciones que no siempre sea insalvable. Al PSOE le corresponde imponer esos modos mediante un proyecto político que pueda ser intuido por los ciudadanos. Si el PSOE no consigue sobrepasar la prueba de la solidez en esta nueva etapa, los modos de confrontación seguirán por el simple peso que da la inercia de la eficacia en los resultados.