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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL EJÉRCITO español cree que los soldados, nuestros soldados, se quedarán al menos dos o tres años en Irak. La ruinosa estrategia fue anunciada cerca de las ruinas de Babilonia, la que dice la copla que se hundió «por falta de cimientos», por el general Luis Alejandre Sintes, jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra. Es fácil saber cuándo empiezan las guerras, pero no lo es tanto conocer su duración. Sólo aquel clarividente caballero antiguo demostró tener una clara idea cuando se despidió de su mujer: «Adiós, querida, me voy a la guerra de los treinta años». El Gobierno de Estados Unidos propone una fuerza de laONU, ya que piensan que la unión hace la fuerza armada. Con una sola y redundante condición: que esté bajo su mando. Todo parece indicar que la cosa va a ir para largo. Seguramente para muy largo. Los iraquíes, en general, agradecen los trabajos para la reconstrucción de su país, pero creen que hubiera sido altamente preferible que no lo hubieran destruido con anterioridad. Por otra parte, les caen antipáticos por igual los diferentes miembros del babélico ejército de ocupación. Las guerras no son ni buenas, ni bonitas, ni baratas. El dinero que presupuestó el Pentágono se ha quedado corto en la misma medida en que se alargan los atentados de la desorganizada resistencia y aparecen nuevas grabaciones con la voz de Sadam Huseín, hablando mal de los «ocupantes infieles». Muchos miles de invadidos están dispuestos a morir por su patria y a que los amortajen con la tela de su turbante. Parece como si no les hubiera gustado que los liberaran y están dispuestos a cargarse al mayor número posible de liberadores, mediante emboscadas y atentados terroristas. Los que dijeron que Irak podía lanzar un ataque con armas de destrucción masiva en 45 minutos mintieron como políticos. No había armas. Los informes se forzaron y abultaron para legitimar la agresión, con la disculpa añadida de que el país estaba regido por un sátrapa sanguinario. Nadie se explica cómo a Bush no se le hiela el petróleo en las venas.

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