Diario de León

DESDE LA CORTE

El riesgo de la actitud de Aznar

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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EL PROLIJO curso electoral ha comenzado en Cataluña. Y ha comenzado con brillantez formal. Todo ha sido muy digno y televisivo. Y el acto ha resultado rico en imágenes: los cronistas han visto que Aznar ya actúa de telonero, no hay bicefalia visible ni denunciable, y Rajoy lleva muy bien, muy dignamente, sin salirse una línea del guión, eso de la continuidad. Lo lleva tan bien, que ya se puede asegurar que el nuevo y el viejo PP coinciden en que puede hundirse el mundo, pero no se cambiará una coma de ningún estatuto de autonomía. Entienden estas leyes casi como los extintos Principios Fundamentales del Movimiento que, como recordamos los escolares de entonces, eran inmodificables, inalterables, permanentes y, por tanto, eternos. Y con ese mensaje se disponen a pedir el voto en una Cataluña donde la mayoría de su clase política entiende que el Estatut es alterable, revisable, superable y todavía menos eterno que Pujol. El PP se presenta, por tanto, como el llanero solitario. Llega a las elecciones catalanas en la misma soledad con que afrontó la participación de España en la guerra de Irak. Su mensaje distintivo es su resistencia al cambio. Como diría Rajoy, adoptan esa posición sin ningún tipo de complejos y desde una actitud típicamente aznarista. ¿Estamos ante un error? ¿Es un acierto histórico? Sólo el tiempo lo dirá. Esta posición tiene, como todo, una cara buena y otra llena de riesgo. La buena es que el hoy minoritario PP de Cataluña conectará mejor que nadie con la porción de sociedad que considera que ya hay bastante autogobierno y no quiere aventuras. A lo mejor nos sorprende a todos, y resulta que socialistas y nacionalistas están equivocados. Eso piensa la ministra García Valdecasas cuando asegura que no hay ningún clamor social a favor de las reformas. Y ahí está el riesgo: los que votan Partido Socialista porque creen en el socialismo y en Maragall, más los que votan CiU porque creen en el nacionalismo y en Artur Mas, votarán también reforma del Estatut. Es decir, que habría apariencia de clamor social. Si el PP pierde de forma notable como anuncian las encuestas, se entenderá que la sociedad catalana condena el inmovilismo, quiere cambio y necesita más autonomía. Y todo, porque este gobierno ha convertido el no cambio del Estatut en eje de campaña. Peligroso. Si el gobierno central no encontrase respaldo social, perdería autoridad para oponerse, por ejemplo, al Plan Ibarretxe. Estaríamos ante un error, cuyo pagano -y en parte autor- sería Mariano Rajoy.

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