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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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ESA APUESTA en la lotería de las ilusiones que son los hijos, no suele salir como pensamos en el momento de comprar el billete. Y si no me creen, que se lo pregunten a nuestros respectivos padres. Pero bueno, sin necesidad de personalizar el tema, las últimas encuestas nos dicen que la provincia de León tiene las tasas de matrimonios y nacimientos más bajas de todo el país. A pesar de la catarata de tópicos triunfalistas que se han adueñado de la jerga oficial, la noticia no es como para ponerse a tirar cohetes, pues a simple vista parece una grave herida abierta en el alma de la sociedad leonesa. Los rituales de la cultura de masas han cambiado hasta el punto de que el delicioso trámite de hacer hijos está de capa caída, en una mutación de las costumbres que da ganas d e desempolvar los libros de Freud. Son muchos los factores que justificarían esta tentación de aislamiento en las parejas más jóvenes, comenzando por la precaria situación de la economía, la creciente necesidad de independencia y, en definitiva, la tumultuosa dinámica de la sociedad moderna. El dato merece todo un ensayo de antropología cultural, cuya conclusión primera explicaría que la familia y sus entresijos es el lugar emocional más intrincado, ajeno por completo a las concepciones tradicion ales de una sociedad que, a fuerza de egoísmo y estrecheces, comienza a transformarse en grupos aislados de supervivientes bien entrados en años. A falta de hijos, los leoneses nos volcamos en estímulos tan chabacanos y materiales como son la lotería y las quinielas, en una estrategia de chichinabo que pretende ser viagra para la moral colectiva. Y así estamos sumidos en una realidad alternativa, persiguiendo la felicidad barata tachando números y haciendo apuestas, mientras las guarderías se nos quedan vacías. 1397124194