AQUÍ TE ESPERO
Volver, volver, volver
QUE LAS COSAS de palacio van despacio es algo que siempre nos ha dicho el refranero popular, pero en muchos casos la demora llega a ser sangrante. La reforma, mejora, remozamiento o como quiera llamarse del mercado del Conde es algo así como el cuento de nunca acabar, porque se han hecho varios proyectos, pero ninguno se ha realizado, porque siempre ha habido detractores y quienes podían sacarlo adelante no se empeñaron en hacerlo. Ahora están en la enésima fase de reuniones y ya veremos cómo acaba este parto de los montes, porque a lo peor concluye con el nacimiento de un ratoncillo. Pero puesto que hablo de mercados, a falta de solución para el del Conde quiero que no caiga en el olvido el desaparecido mercado de Colón. Ya sé que martes y viernes sus vendedores y usuarios acuden a Papalaguinda para realizar sus transacciones, que se vienen realizando sin problema, salvo que la feria de la Tapa en las últimas fiestas relegó los puestos al final del paseo. Pero lo que quiero con estas líneas es recordarle a quien corresponda que las obras siguen en el solar del viejo mercado y que cuando concluyan deberán volver (como las golondrinas) los tenderetes a su antigua ubicación. Al menos ese es el pacto que hay con los comerciantes de la zona, aunque es posible que eso se olvide y cuando llegue el momento todo siga igual. Pero de ser así sería un duro golpe para el comercio de esas calles, que sin duda alguna han visto mermar la caja diaria desde que se fue el bullicio y el colorido de los tenderetes del mercado bisemanal. No vale arguir que en Papalaguinda se estorba menos, porque al tráfico ciudadano se le hace un flaco favor al disminuir notablemente el número de aparcamientos y estar colapsados los alrededores en una zona ya de por sí saturada. La plaza de Colón debe volver a tener su mercado. No se trata de comodidad ni de espacio, sino de tradición y cumplir lo dicho en su día.