La prueba del nueve

LOS DEL plan antiguo aprendimos a multiplicar a mano, porque no había calculadoras ni nada que se les pareciese. Y para comprobar si una multiplicación estaba bien hecha, nos enseñaban la prueba del nueve, que consistía en dibujar un aspa y colocar en los distintos huecos los resultados de sumar los dígitos de multiplicando, multiplicador y producto hasta reducir, por sucesivas sumas de dígitos, cada cifra a un solo dígito; si el correspondiente al producto coincidía con el resultante de multiplicar entre sí los que había en los huecos de multiplicando y multiplicador y sumar sus dígitos hasta llegar a uno solo, la operación estaba bien hecha. Se llamaba prueba del nueve porque todas estas operaciones había que hacerlas sin contar los nueves que figurasen en multiplicando, multiplicador y producto, aunque, en realidad, daba igual, porque contando con los nueves salía el mismo resultado casi siempre. Esta prueba, sin embargo, algunas veces falla, aunque sean pocas, de manera que, después de enseñárnosla, el profesor nos prohibía fiarnos de ella. La expresión «prueba del nueve» se aplica hoy como si fuese una demostración irrebatible, cuando no es así en la aritmética. Y me acordaba yo de todo esto cuando veía el entusiasmo de los colaboradores del, llamémosle, periódico titulado Gara ante la película de Julio Ménem La pelota vasca , una cinta con pretensiones de documental de la que Gotzone Mora e Iñaki Ezkerra, ambos de «Basta Ya», han exigido ser excluidos, en vista de que se trata en realidad de un panegírico del nacionalismo y la violencia gracias a la falsa y repugnante equidistancia entre víctimas y victimarios. ¿Se alegran los de Gara ? Pues ésta es la prueba del nueve de que Mora y Ezkerra llevan razón. Como ocurre en la aritmética, esta prueba puede fallar. Pero, también como en la aritmética, sería cosa rara.