Carriles a pedal

LA VUELTA en bici por León es misión imposible. En la ciudad, que soporta 300.000 vehículos al día, se puede llevar la bici a cuestas (siempre que no sea china, por el peso, no por otra cosa) y dar unas pedaladas aquí y allá, es decir, en un trozo de carril bici a la vera del Bernesga, en otros dos tramos abiertos el año pasado en el parque de La Granja y en La Palomera y, ahora, a orillas del otro río que abraza la ciudad. En León las bicicletas no son ni para el verano ni para el invierno, aunque hay héroes y heroínas del asfalto a pedal que se deslizan por la ciudad sobre las dos ruedas por encima del abrumador tráfico rodado. La cultura del pedal se planifica al margen de lo cotidiano, sólo como parte del ocio y en espacios que conducen al asueto, bienvenido sea, pero no al trabajo, que es una de las actividades que genera más uso y abuso de los motores de explosión. Es como si se creyera que el medio ambiente sólo forma parte del descanso y no de la cacareada sostenibilidad. O como hacernos creer que sólo es necesario respirar en fin de semana y escuchar el silencio sólo en sesiones de alguna exótica arte que, sin duda, contribuirá a rebajar el estrés laboral porque procede de una ancestral y lejana cultura. Reina el esquizoidismo: somos (o queremos parecer) sanos y naturales los fines de semana y fiestas de guardar y vivimos insalubremente los días de labor, que son casi todos. Sin duda, inaugurar cada año un tramo de carril bici da relumbrón a los concejales de turno. Pero habría que pensar en otras medidas que incidan también en la vida cotidiana, la del ir y venir de casa al trabajo y del trabajo a casa. En Ponferrada han subido a caballo a los policías locales para pisar el casco antiguo. Si este paseo dura lo que la semana de la movilidad el ayuntamiento habrá logrado un tanto en la prensa y otro en la del esnobismo. Digo yo que en León podrían aprovechar los agentes para recuperar en la capital el burro zamorano-leonés. Y así podríamos inaugurar la ruta de la Catedral a la Sobarriba.