Diario de León
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JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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HARÉ un alto en el camino. La semana ha sido densa e intensa, con dos temas estrella: el envenenamiento político en El Bierzo, con final incierto, tanto para populares como para socialistas. Nadie sabe qué aguja tendrá que coser los desgarros. La intriga y descomposición política puede degenerar en lo peor. Y el otro ha sido el consenso histórico alcanzado en Caja España. El portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento, Cecilio Vallejo, no ha dudado en arrimar el ascua a su sardina, otorgándole al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, la condición de padre y madre del pacto. Se equivoca. Ha sido posible por la responsabilidad de todos. Socialistas y leonesistas estaban en disposición de dar la batalla por el control de Caja España. Incluso de ganarla. Alcanzar el consenso es una muy buena noticia: para la institución financiera, para la Comunidad y para León. Mucha mejor noticia que las ventoleras de auténticos correajes que sacuden la vida política berciana, o de zancadillas permanentes a lo que es esencia de la democracia: la alternancia. Pero acabamos de estrenar la benignidad otoñal. En no pocas latitudes provinciales se celebran los últimos eventos del verano/otoño: la vendimia, promoción de la alubia bañezana, del pimiento morrón de Fresno, de la gastronomía del Camino y no sé qué más. He cerrado los cuarterones del balcón y me entrego a la relajación deportiva. No lo hago, quiá, por aquello de «mens sana in corpore sano». Soy deportista de butaca, no de césped, parqué, tartán o brea. Hace unos días, las directivas del Albacete y de la Cultural mostraban su decepción por el emparejamiento de ambos clubes en la Copa del Rey. Sólo conozco a un leonés que se ha alegrado: el doctor Genaro, con una vida y un amor desmedido a su profesión en Gradefes. Celebró con júbilo el ascenso del Albacete a Primera División por el mero hecho de comprar unas navajas en La Roda. La suerte del bombo deportivo trajo a mi memoria otra anécdota, tal vez más en sintonía con las directivas. Es hijo de un dios menor por exceso, no por defecto. Se pasó. En otro tiempo estaba en la nómina de los mejores camareros del noroeste de España. Contaba sus historias. Y una de ellas tenía, más o menos, este enunciado: fue a misa a la Catedral, habló con canónigos, curas, monjas, feligreses, con todo Cristo. Tenía probada su fama de parlanchín. Se acercó a un grupo turístico y preguntó: ¿Y ustedes de dónde son?. De Albacete, le respondieron. Pues miren ustedes, nosotros aquí tenemos un eslogan: Rincón por rincón, León. Sobre ustedes, lo unico que conozco es: si eres de Albacete, coge la maleta y vete. Y se quedó tan ancho. Bueno, digo que el deporte también seda. Incluso en las decepciones, como el debú del Baloncesto León, o en el enardecimiento, como el empate del Ademar ante el Barça, el orgullo patrio cuando se acaricia la final de la Copa Davis, el triunfo de un piloto/niño, Jorge Lorenzo, en el Gran Premio de Motociclismo de Río de Janeiro, o la caída en la última vuelta de Toni Elías , o la imagen del ciclista Isidro Nozal llorando su éxito. El deporte ayuda a serenar el espiritu tanto o más que la Sinfónica de Galicia, a la que otorgaron el honor de abrir anoche la vigésima edición del Festival de Órgano.

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