Diario de León
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FERNANDO ALLER
León

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CIEN días después, el ánimo de expectación sigue siendo lo más sobresaliente en el momento de valorar los ciudadanos el cambio de gobierno en el Ayuntamiento de León. Al menos esta es la conclusión después de oír a una decena de leoneses que fueron entrevistados por Televisión de León el pasado viernes, en el contexto de un programa que contó con la presencia de Francisco Fernández para analizar estos tres primeros meses en el cargo. Las respuestas seleccionadas, sin pretensiones estadísticas, demuestran dos cosas: que la gente amortiza rápidamente el pasado y mira al futuro y que, en ese horizonte, al nuevo equipo de gobierno se le mantiene aún entre interrogantes. Probablemente no pueda ser de otra forma. Cien días no es tiempo suficiente para formular un juicio que se pretenda riguroso. Incluso la más vieja tradición democrática establecía una especie de pacto no escrito en virtud del cual se evitaban las agresiones políticas, a la espera de que los nuevos equipos, se produjera o no relevo de siglas, se dedicaran primero a descansar de las agotadoras campañas electorales y después a tomar contacto con los despachos y las personas. Estas buenas formas desgraciadamente se están acabando. Incluso ya tenemos dos ayuntamientos en los que cambia el alcalde, uno por dimisión propia arteramente obligada (Mansilla de las Mulas) y el otro por una moción de censura (Reyero). El escándalo del Consejo Comarcal del Bierzo además de contravenir la regla del tácito sosiego trimesino, resulta esperpéntico y bochornoso. En el Ayuntamiento de León no han faltado tampoco algunas críticas precipitadas. El portavoz del grupo Popular, Cecilio Vallejo, ha dicho que la gestión de Francisco Fernández hasta el momento ha sido nula y ha remitido a los ciudadanos a compararla con los cien primeros días del último mandato de Amilivia. Hay que reconocer que Vallejo al proponer este ejercicio de comparación esconde aviesamente una cuestión determinante: Amilivia partía de un mandato de cuatro años, con muchas obras en marcha y con un proyecto garantizado de continuidad como nunca hasta entonces se había realizado en León. Por el contrario, Fernández no sólo parte de cero en gestión propia, como es lógico, sino que además tiene la rémora y la ventaja al mismo tiempo de una planificación anterior muy densa. Fernández ha de comenzar a construir su propio proyecto paralelamente a la inauguración y conclusión de iniciativas heredadas. Dos ejemplos: El nuevo alcalde asistió recientemente en Gijón a la presentación de la Vuelta Ciclista a España en su calidad de regidor de la ciudad que el próximo año será inicio de la ronda, iniciativa en la que durante mucho tiempo Amilivia había puesto todo su empeño. La aprobación del Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo y del barrio del Ejido, que acaba de aprobar la Junta y que ha de ejecutar el Ayuntamiento con un presupuesto compartido, es otra de las iniciativas más ambiciosas llevadas a cabo por el anterior alcalde. Sin embargo, las primeras mieles de este éxito que cabe atribuir de forma especial a Cecilio Vallejo, las probará el nuevo alcalde. El cambio, por lo tanto, no puede ser percibido por los ciudadanos de forma inminente. De ahí la expectación común manifestada en el programa televisivo. Cabe juzgar a Fernández en este arranque de mandato más por las formas que por los hechos. Así lo reconocía él mismo al pedirle el periodista que enumerara las cinco cuestiones más importantes de su incipiente gestión. Las resumía en estos términos: cambio de talante, búsqueda de la participación ciudadana (presentación del Estatuto del Vecino), visita del Consejo de Europa, acuerdo con los clubes deportivos y el derribo del edificio ilegal de la Plaza de San Pedro, como demostración de la confianza que la Administración ha de suscitar en los ciudadanos. Cien días que han servido también para desmontar una sospecha alentada desde el Partido Popular: la supuesta vinculación del pacto municipal con la presidencia de Caja España. Es en este aspecto en el que por primera vez los tres partidos con representación en las instituciones han sabido estar a la altura de las circunstancias. En los últimos años el control de Caja España ha sido motivo de confrontación entre el PSOE, PP y UPL. La entidad de ahorro más importante de Castilla y León afortunadamente ha sabido resistir a los embates políticos, seguramente contrarrestando la frivolidad de éstos con la profesionalidad de los técnicos. El viernes pasado se fraguó un pacto tripartito que permitirá dotar a la Caja de la estabilidad y tranquilidad que cualquier entidad financiera requiere como premisa fundamental de su tarea. El Bierzo continúa acaparando también la atención informativa. Tres meses desde que se constituyó el Consejo Comarcal y sólo se habla de reparto de cargos, con los correspondientes sueldos. El PSOE ha desbaratado su mayoría absoluta por ambiciones personales, porque a nadie se le ha oído discrepar por algún proyecto. El apego al cargo es tan grande, que el presidente Ricardo González Saavedra ya ha dicho que bajo ningún concepto ha pensado en dimitir:. «Me van a tener que echar con lejía», rotundiza. Y no hay lejía suficiente. De momento, en el PSOE hay tres díscolos , comandados por el alcalde de Bembibre, Jesús Esteban, que han anunciado que se pasan al Grupo Mixto. Poco abrasivo es ese para compensar al grupo de once del PP que han roto también con su partido y participan de un pacto de cogobierno realmente extraño y no suficientemente explicado. El secretario provincial del PSOE, Miguel Martínez, ha frenado de momento el golpe. Los tres consejeros anunciaron su baja del grupo socialista, pero poco después otorgaron una tregua antes de consumar la huida, seguramente a la espera de mejores ofertas. El espectáculo es tan bochornoso que resultará muy difícil dignificar un órgano de gestión administrativa del que hasta ahora pocos sabían de su existencia. Claro que la teoría de la relatividad es anterior y Jesús Esteban la aplica de forma tan magistral como posiblemente cínica. Argumenta que como no hay mal que por bien no venga, el escándalo de los sueldos y de los cargos servirá para que el Consejo Comarcal sea conocido por los bercianos. No deja de ser una forma singular de ver las cosas. Uno tiene serias dudas, no obstante, de que los bercianos coincidan en el mismo grado de comprensión de actitudes que sonrojan.

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