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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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UNGIDO por Aznar para liderar el partido gobernante, parece que Mariano Rajoy está en fase de autoconvencimiento de que está en perfectas y sobradas condiciones de suceder a Aznar como inquilino de La Moncloa y al frente del banco azul y de la mesa del Consejo de Ministros. Sus declaraciones este domingo en el Monte del Gozo tienen mucho de eso, de gozo y autocomplacencia, y no dejarán pasivos a los humoristas: «Soy mejor que Zapatero porque a él le faltan convicciones. El PSOE no da pie con bola, y como no gana un debate se ha pasado medio año en la calle. Soy mucho mejor, modestia aparte, que el líder de la oposición, y voy a ser presidente». Y añadió: «Conmigo no hay sorpresas ni conejos en la chistera. Soy gallego, nada más y nada menos. Mi manera de ser español es ser gallego. Sólo quiero decirnos que Rajoy no os va a fallar», insistió en el curso de una romería del PP a la que acudieron, desde las cuatro provincias gallegas, cerca de veinte mil personas, en 230 autobuses, para vitorear a Fraga y Rajoy, «pero también -como relata La Voz de Galicia - para dar cuenta de cientos de kilos de pulpo y carne o caldeiro». Rajoy puede creerse, en efecto, que es el mejor e imbatible, o bien esas declaraciones son fruto de su declarada socarronería galaica, y de ese esfuerzo que viene haciendo por autoconvencerse de que él puede superar a cualquiera, una vez que ha dejado atrás en el «hipódromo» a sus primeros adversarios internos en el propio PP, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, entre muchos otros que también pudieron haber aspirado, Gallardón, Loyola de Palacio, Zaplana, Acebes... Es cierto que, hoy por hoy, Rajoy parte como seguro vencedor en las elecciones de marzo, pero es dudoso que declaraciones de esta naturaleza ayuden al candidato a consolidar su imagen de hombre serio y responsable, por mucho que esté convencido de su superioridad como candidato o de la endeblez y momento de debilidad que muestra su adversario socialista.

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