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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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EL LEHENDAKARI, Juan José Ibarretxe, ha anunciado un referéndum en el año 2005, para consultar su plan soberanista para Euskadi, y Mariano Rajoy, en funciones de portavoz-candidato del Partido Popular, le ha amenazado con los tribunales. El asunto vasco cada día tiene peor pinta porque la incomunicación está certificada el mismo día del aniversario de la Constitución Española, en el que casi no se dirigieron la palabra el presidente del Gobierno de España y del Gobierno Vasco. Nunca, en toda la accidentada transición democrática, habíamos llegado a estos extremos de tensión en los que parece que el PNV y el Gobierno Vasco -nacido de unas elecciones democráticas, no hay que olvidarlo- son una locomotora desbocada a la que cada día se le echa más madera en la caldera de vapor mientras en las vías el Gobierno del Estado y muchos medios de comunicación cruzan barricadas con la esperanza de que el tren vasco termine por descarrilar, aunque nadie sea capaz de precisar los destrozos que puedan producirse en el accidente. La deriva soberanista en la que se ha metido el PNV es responsabilidad suya, pero también es cierto que enfrente, en los últimos años, no ha tenido cosa distinta que un Gobierno empeñado en ganar votos con la confrontación vasca. En medio, las víctimas del terrorismo y la sociedad civil vasca asisten a este género de despropósitos sin que se le tienda una alternativa razonable entre la intransigencia del Partido Nacionalista Vasco y el dogmatismo del Partido Popular. Como todo problema, el vasco tiene distintos tratamientos. Uno es la aplicación pura y dura de la ley pero puede conducir a una injusticia insoportable en un contencioso interminable en el que las leyes terminen por cambiarse. A la locomotora vasca habría que darle mantenimiento, porque lleva unos cuantos años en las que nadie vigila sus ejes y el estado de sus ruedas. Unos echan madera y otros ponen obstáculos, y así no hay forma de intentar conducir la maquina por unos derroteros razonables.