Las cosas, por su nombre

IU VA A debatir en su VII Asamblea la posibilidad de modificar su denominación, con el objetivo de reflejar su carácter ecologista. Quizá se llame en el futuro IU-Verdes, IU-Verde (sin ese) o Izquierda Unida-Izquierda Verde. Ya veremos. Lo que está claro es que el lema de Gaspar Llamazares es «verde, que te quiero verde» y ahora sólo se trata de pedir, como Juan Ramón Jiménez, que su inteligencia «le dé el nombre exacto de las cosas». Está de moda esta búsqueda de designaciones. Los paquetes de tabaco no llevan, desde ayer, el término «light», pero su contenido sigue siéndolo, o sea, igual de nocivo que el de los paquetes que lo llevan. Para que los partidarios de lo «light», bien en los cigarros, bien en las ideologías, puedan distinguirlo los envases tendrán colores diferentes. Quizá eso del rótulo, con ser siempre importante, no sea lo más decisivo. En este momento, IU de Madrid está viviendo una difícil situación que amenaza con quebrar su paz interna, tan necesaria para no dejar vivir en paz a los partidos rivales. Numerosos militantes de la coalición tienen un cabreo sordo, pero no mudo, al enterarse de que el candidato a la presidencia de la Comunidad, Fausto Fernández, y los números dos y tres, tienen una Visa Oro cada uno, pagada por su grupo, con seis mil euros mensuales para gastos. Esa admirable holgura económica contrasta con la penuria que sufre el Grupo, que pasa por verdaderas fatigas para que sus trabajadores cobren, con retraso, cada mes. Con Visa Oro nada hay que falle, deben de pensar los tres dirigentes, que no consultaron con las bases su asignación. ¿Es compatible la riqueza con las ideas progresistas?. Hace poco se le hizo esa pregunta a algunos pensadores y a algunos políticos, incluso a algunos políticos que piensan. Desde luego, seis mil euros no son la riqueza, pero son mejor que la miseria. Lo que se discute es la licitud moral de algunos comportamientos. ¿Es ético que un millonario que no se llama Federico Engels, se esfuerce por subvertir el orden social?. A mí me parece que sí. En algo tienen que distraerse los millonarios.