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PEDRO CALVO HERNANDO
León

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DESDE que trascendieron las declaraciones del cardenal Ratzinger a la edición digital de la revista alemana Bunte, todo el mundo comprendió que los días del Papa Juan Pablo II estaban contados o que al menos era muy difícil que esta vez recuperara su actividad normal. Las inusitadas prisas del propio Pontífice para el nombramiento de la nueva oleada de cardenales ya significaban su inquietud por dejarlo todo atado y bien atado y garantizarse que su sucesor fuese de su misma y exacta cuerda. Sorprenden los tradicionales silencios y disimulos del Vaticano en torno a la salud del Papa, cuando todos podíamos verlo en televisión peleando denodadamente por una movilidad casi inexistente y por una comunicación con las masas que se dificultaba mucho por su forzada inexpresividad y por los frecuentes fracasos de su salud ante las multitudes y ante millones de televidentes. Nadie entendía por qué tenía que seguir al timón de la barca de Pedro tras 25 años de navegación, de los que la última década venía siendo un suplicio para él y para todos los que lo contemplaban. Ha sido uno de los pontificados más largos del siglo XX, después de Pío XII, a cuyo espíritu conservador volvió, tras veinte años de paréntesis de apertura y un cierto progresismo protagonizados por Juan XXIII, Pablo VI y el efímero Juan Pablo I, que cubren el período comprendido desde 1958 hasta 1978. Con Juan Pablo II se han dado trascendentales pasos atrás en todos los terrenos, excepto en el de la apuesta por los derechos sociales y laborales. Desde luego puede decirse que los avances del Concilio Vaticano II han venido siendo arrumbados implacablemente durante todos estos años. Y nada digamos de la libertad de investigación teológica, de la tolerancia en materia sexual y de respeto a los derechos que se identifican con la dignidad del hombre (divorcio, anticonceptivos, aborto, eutanasia y un largo etcétera). Pero al Papa Woytila no se le puede negar carisma y espíritu emprendedor y viajero, sendas de modernidad por las que debió seguir avanzando.

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