Pronto y con daño

SE SUELE decir que a quien Dios se la da San Pedro se la bendice, obedeciendo órdenes, pero quizá no sea menos cierto que las maldiciones demoníacas se cumplen con idéntica prontitud. La cifra de toxicómanos españoles menores de 15 años se ha duplicado en los últimos doce meses. Apenas estrenada la vida hacen oposiciones a la muerte. Los expertos aseguran que se inician con el porro casi al mismo tiempo de estrenar sus primeros pantalones largos. Luego empiezan con el «caballo», que es el jinete más rápido del Apocalipsis de nuestro tiempo. Lo demás viene todo seguido. Siempre se han dado fenómenos de precocidad, aunque hay quien cree que el único auténtico ha sido Mozart. Ramón Gómez de la Serna decía siempre que prefería un niño precoz ajedrecista a un niño precoz director de orquesta porque hace menos ruido. Lo escalofriante es que hayamos hecho una sociedad de niños precoces drogadictos. No puede decirse de ellos que mañana serán hombres porque muchos no llegarán a serlo. Se irán antes, dejando sus vidas casi en flor cortadas. Estamos ante una generación de malogrados. Hay por el mundo niños guerrilleros, niños explotados sexualmente, niños trabajadores y niños enganchados a la droga que pasarán de la madera del pupitre a la del ataúd. ¿Cómo nos va a gustar el mundo?. «Algo está fallando», acaba de decir, a la vista de los datos, el presidente de Unad, que agrupa a los 300 colectivos que luchan contra la drogodependencia. Falla todo. Principalmente nosotros. Incluso a los que tenemos un gran futuro a nuestras espaldas nos preocupa el porvenir de una humanidad que presente ese panorama infantil. Dos hermanas gemelas de 14 años de edad acaban de ser condenadas por un tribunal de Rabat a cinco años de cárcel por atentado terrorista en grado de tentativa y «por complot contra el Rey la familia real». Escuchaban atentamente los sermones de un imán, incluso más fanático que sus colegas, que las ganó para la causa islamista. Ya se sabe: las niñas, lo que ven.