Diario de León

DESDE LA CORTE

El «no» de los socialistas

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FERNANDO ONEGA
León

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¡QUÉ difícil es ser socialista! Y, sobre todo, ¡qué difícil es ser socialista en el País Vasco! Mirad lo que se supo ayer: Odón Elorza ofreció al PNV entrar en el gobierno municipal de San Sebastián. El PNV lo rechazó; pero ahora el aparato propagandístico del PP y sus medios afines empezarán una nueva campaña: le dirán al PSOE que traiciona la causa de España con estos amoríos con secesionistas. ¡Otro purgatorio para Zapatero! ¿Quién le explica a este país las razones de Elorza? Y después, Patxi López, secretario general del PSE: ha dicho «no» a la invitación de Mayor Oreja para hacer un frente común con el PP contra el Plan Ibarretxe. Os podéis imaginar también lo que se dirá en tertulias, comentarios y discursos: desde que Redondo Terreros no dirige el PSE, este partido va a la deriva; tiene veleidades con nacionalistas; se resiste a seguir los pasos del aznarismo; carece de sentido de Estado y de sensibilidad nacional; no es de fiar. Eso oiremos. Ante esa contagiosa dialéctica, este cronista confiesa que sufre el mismo asedio escénico con preguntas que se hacen angustiosas: ¿Patxi López es menos español que Mayor Oreja? Muchos españoles responderían que sí. ¿Un socialista vasco defiende menos la Constitución que el Partido Popular? Muchos otros ciudadanos también responderían afirmativamente. ¿Hace menos frente a Ibarretxe? También se diría que sí. ¿Es legítimo negarse a un frente conjunto contra el lehendakari? Me temo que en el resto de España esta negativa será anotada en el «debe» del PSOE. Al final, creo que es muy discutible que Elorza haya querido meter al nacionalismo en su gobierno. Le ha hecho un triste favor a Zapatero, a quien creo que ni consultó ni informó. Pero, aunque yo sea el único que sostiene esa tesis, pienso que los socialistas tienen razón en negarse al frente común. La unidad nacional no se defiende mejor porque se haga siguiendo el guión del PP. Al nacionalismo no se le combate mejor formando un único frente contra él. Creo que sería perjudicial para la convivencia dividir a la sociedad en sólo dos grupos, españolistas y soberanistas, porque tal división lleva dentro gérmenes de confrontación. Es legítimo que una fuerza política defienda su propia alternativa, siempre que eso no signifique concesiones al separatismo. Y por último, una sociedad no puede verse condenada a elegir entre lo blanco y lo negro, porque es mucho más rica en matices. Pero esa riqueza, desgraciadamente, todavía no se entiende en La Moncloa.

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